a ciencia cierta
La introducción de la Terapia Antirretroviral de Gran Actividad, o TARGA, no solamente ha permitido a las personas con VIH vivir más tiempo, sino que en muchos casos también ha supuesto una mejora de la calidad de vida y por lo tanto de las expectativas. Esto ha hecho que en las parejas en las que un miembro vive con VIH y el otro no (parejas serodiscordantes), o ambos miembros están infectados, nazca el deseo de ser padres.
En cualquier pareja este deseo puede provocar ideas contradictorias. Por un lado, está la ilusión indescriptible de tener una criatura y verla crecer. Por otro, se plantean cambios irrevocables en la vida de la pareja y puede que surjan muchas inquietudes: antes del embarazo, el ansia de conseguirlo; durante, el manejo de sus propias esperanzas y de las de sus familiares cuando todavía existe un riesgo de experimentar complicaciones, pero también el miedo de dar a luz, y de que el/la niñ@ no nazca san@; y tras el nacimiento, el miedo a las nuevas responsabilidades, el cambio en la intimidad de la pareja, y con el tiempo, el porvenir de la criatura.
En el caso de las parejas serodiscordantes, es decir cuando una de las dos personas vive con VIH, a estas inquietudes se añaden otras relacionadas con la infección. En los casos en que el hombre es seropositivo, parece natural que aumente la preocupación sobre su propia salud, pero también la de su pareja y la del bebé. También a las futuras mamás, cuando son ellas las que viven con VIH, se les pueden plantear muchas preguntas: ¿voy a tener que empezar tratamiento?, ¿qué pasa si expongo a mi bebé a los antirretrovirales?, ¿voy a tener que ir al hospital más a menudo?, ¿le voy a transmitir la infección a mi hij@?
Hoy en día existen varias medidas que, aplicadas en su conjunto, reducen hasta casi a cero las probabilidades de que madre e hij@ se infecten. Una de ellas es TARGA, que posibilita la reducción de la carga viral de una persona con VIH hasta niveles indetectables. Otra es el parto por cesárea electiva que consiste en sacar al bebé con las membranas intactas evitando así cualquier contacto con el virus; además se debe evitar dar el pecho. Otra estrategia es una técnica denominada lavado de semen cuyo objetivo es eliminar el virus que se encuentra en los espermatozoides del hombre infectado por VIH. Una vez lavado, se procede a introducir los espermatozoides del hombre en el útero de su pareja por inseminación artificial (inyección directa) o in vitro (fertilización de los óvulos de la mujer en tubos de laboratorio).
Si bien en Europa las dos primeras medidas son de fácil acceso, el lavado de semen es una técnica de un coste muy elevado, y además en España, no está cubierto por ahora por el sistema público de salud; tan sólo lo realizan unos pocos centros privados. Pese a su alto coste, cuando es el varón quien vive con VIH, este método sigue siendo el más seguro para evitar el riesgo de que la madre, si es seronegativa al VIH, y el futuro bebé se infecten. En efecto, pese a que TARGA permite reducir la cantidad de virus en semen, no lo elimina del todo y algunos hombres incluso conservan una cantidad muy alta de VIH en los fluidos seminales. Aunque existen pruebas que permiten evaluar estos niveles, éstas no se suelen realizar de manera sistemática. Además, todavía no se sabe con certeza en qué momento y cuántas veces durante el intento de embarazo se tendrían que repetir estas pruebas para asegurarse de que la carga viral en el semen del varón es indetectable.
Por lo tanto, da lugar a serias preocupaciones el posible impacto de la reciente publicación de los resultados de un estudio del Hospital Carlos III de Madrid, cuya conclusión es que teniendo relaciones sexuales no protegidas durante los días fértiles, con una carga viral indetectable, se puede tener hij@s sin ningún riesgo de infección tanto para la pareja sin VIH como para el futuro bebé. Además de la falsa sensación de no riesgo que pudo ofrecer la forma temeraria como se presentaron estas conclusiones, éstas se basan en hallazgos nada novedosos. Tras varios estudios de estas características ya se había llegado a la conclusión de que intentar el embarazo por sexo no protegido durante la ovulación, si se utiliza preservativos en otros momentos, conllevaría un riesgo de infección inferior al 8% para las mujeres con la pareja masculina sin tratamiento. La novedad del estudio del Carlos III es el uso generalizado de TARGA y que se observaron también a parejas en las que la mujer era portadora del virus. Por todas estas razones es importante interpretar este nuevo estudio con mucha cautela y recalcar sus limitaciones.
El estudio, que no ha sido publicado, se hizo público en una presentación de última hora durante el 7º Congreso sobre la Terapia Farmacológica en la infección por VIH que se celebró el pasado mes de noviembre en la ciudad de Glasgow en el Reino Unido. La exposición de los resultados por el Dr. Pablo Barreiro, fue seguida de una ronda de preguntas que permitieron aportar algunos matices a estas conclusiones. A un primer participante que desde el público quería saber más sobre el protocolo seguido, el Dr. Barreiro respondió que en realidad los datos presentados no eran en absoluto los resultados de un protocolo. Según explicó, todo empezó cuando, tras presentarse parejas serodiscordantes que deseaban tener hijos sin pasar por ninguna técnica de reproducción, él y su equipo decidieron acogerlas en su clínica, aconsejarlas y proceder a su seguimiento. En total observaron a 74 parejas, en 52 de las cuales la persona con VIH era el varón mientras que la mujer no estaba infectada. Básicamente, las recomendaciones de los médicos se centraron en cómo limitar el riesgo de infección: el inicio de TARGA por el miembro de la pareja con VIH si todavía no estaba en tratamiento; evitar las relaciones sexuales hasta seis meses después de conseguir que la carga viral descendiese por debajo de 50 copias/ml; y limitar las relaciones sexuales a los días fértiles. El proceso continuó con el seguimiento de las parejas y la recolección de la información que se presentó en Glasgow.
A otra participante le parecía muy extraño que de 75 parejas naciese un total de 76 niños y pidió aclaraciones al Dr. Barreiro. Éste admitió que en realidad hubo 77 embarazos, puesto que dos parejas tuvieron embarazos consecutivos, pero que hubo un caso de aborto natural, lo que redujo el número final de nacimientos a 76. Esto no aparece en la presentación del estudio pese a ser un dato importante. En este aspecto hizo hincapié la Dra. Simona Fiore, del Instituto de Salud Infantil de Londres, en el Reino Unido, que justo antes había presentado un estudio sobre reproducción en las parejas que viven con VIH. Según ella, este dato evoca un factor que se tendría que haber incluido en el análisis de los resultados con el fin de reajustarlos, y es que en la vida real, tanto en la población general como en las parejas serodiscordantes solamente uno de cada tantos intentos concluye en un embarazo. Por lo que si esta alternativa se extendiera a un número mucho más amplio de parejas, seguramente no se observarían resultados tan exitosos. Que en la presentación del estudio no se recalque este aspecto puede dar lugar a falsas esperanzas.
Finalmente, de manera general, es discutible que en un mismo estudio se comparasen parejas donde en el 70% de los casos era el varón quien era seropositivo y en el resto de los casos, la mujer. Aunque según el Dr. Barreiro, no se ha detectado diferencia alguna en función de qué miembro es seropositivo, resulta difícil entender hasta qué punto esta declaración es razonable cuando se sabe que el riesgo de transmisión de la infección del hombre hacia la mujer es mucho más alto, y por consecuencia mucho más probable hacia el niño. En otras palabras, si lo que este estudio pretende mostrar es que engendrar de manera natural es tan seguro como con técnicas de reproducción asistida, lo cierto es que no lo es tanto para la mujer como para el hombre, si es éste quien está infectado y ella no.
Pero si este estudio da lugar a inquietudes, quizás lo más alarmante es la manera cómo, una vez más, la prensa se ha hecho eco de ello. Aunque no hubo gran cobertura mediática, lo que hubo fue improcedente. El estudio, al que se dedicó gran parte del reportaje especial del telediario de Tele5 del día 1 de diciembre, fue también el tema central de varios artículos en la prensa escrita. En cada caso se presentó como una gran esperanza para las parejas serodiscordantes, que en algunos medios apoyaron la validez de esta alternativa con las conclusiones de un informe publicado el pasado mes de diciembre por la Agencia de Evaluación de Tecnología e Investigación Médicas de Cataluña, que ve en la introducción del lavado del semen en el sistema sanitario público “un dilema ético”, puesto que su coste seria demasiado pesado para la sanidad pública. El informe se realizó a petición del Programa para la prevención y asistencia al SIDA del Departamento de Salud de la Generalitat, y se puede intuir el impacto que tendrán las conclusiones de la Agencia sobre las futuras políticas públicas respecto a este tema.
Como bien nos recuerda el lema de la campaña de ONUSIDA del año pasado, el SIDA ya tiene cara femenina. Las relaciones sexuales no protegidas son la principal causa de transmisión del VIH en las mujeres y es de vital importancia desarrollar estrategias que minimicen cualquier riesgo para la mujer. También es la responsabilidad del sistema sanitario público ponerlas a su alcance.
REFERENCIAS:
Reproductive counselling for HIV-discordant couples, AUGUSTO E SEMPRINI, SIMONA FIORE, GIORGIO PARDI. DEPARTMENT OF OBSTETRICS AND GYNAECOLOGY, SAN PAOLO BIOMEDICAL INSTITUTE, UNIVERSITY OF MILAN MEDICAL SCHOOL, 20142 MILAN, ITALY. THE LANCET VOLUME 349, NUMBER 9062
HIV and reproduction, AUGUSTO E SEMPRINI, SIMONA FIORE. CURRENT OPINION IN OBSTETRICS & GYNECOLOGY. 16(3):257-262, JUNE 2004.
Conception in HIV-discordant couples, J.T. WILDE, WEST MIDLANDS REGION ADULT HAEMOHILIA CENTRE, UNIVERSITY HOSPITAL BIRMINGHAM NHS TRUST, UK. TREATMENT OF HEMOPHILIA MAY 2002, NO. 26
Benefit of antiretroviral therapy for serodiscordant coupes willing to be parents, PABLO BARREIRO, VINCENT SORIANO, MARINA NUÑEZ, JUAN GONZALEZ-LAHOZ. INFECTIOUS DISEASES, HOSPITAL CARLOS III, MADRID, SPAIN.
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