en persona
HACE POCO MÁS DE UN AÑO que ciertos datos empezaron a hablar de un repunte en los casos de infección por VIH entre los hombres gay en algunas grandes ciudades de países industrializados. Algunas voces se han alzado para denunciar la supuesta relajación del sexo más seguro y otras para denunciar que tales datos hay que interpretarlos con prudencia para evitar la reestigmatización. Un simposio previo a la Conferencia se interrogó sobre qué estaba pasando y por qué. No hay respuestas contundentes, como tal vez era de esperar.
El título original del encuentro, “Turning back the tide”, podría traducirse por algo así como “Invertir la corriente”. El subtítulo del simposio era más o menos “Abordaje de los aumentos de las infecciones por VIH en grandes comunidades gay”. Pero ¿existe tal corriente? Según el primero de los ponentes, Andrew Grulich, epidemiólogo australiano, la respuesta es sí. Para sustentar su hipótesis aportó referencias de estudios de vigilancia en su propio país, Australia, y en Noruega, Suiza y el Reino Unido, y de incidencia en San Francisco, Vancouver, Madrid (Centro Sandoval) y Amsterdam, que coinciden en mayor o menor grado con un “brote” del VIH entre hombres que practican el sexo con hombres (HSH).
Podría pensarse que este aumento de la transmisión por VIH corre paralelo al de la penetración anal no protegida, pero Grulich cree que es simplificar en exceso. Según datos de la cohorte de Sydney, los hombres seronegativos que practican sexo anal no protegido con parejas ocasionales declaran que sólo un 36% es receptivo (pasivo), sólo un 12% es receptivo con eyaculación, y sólo un 6% es receptivo con eyaculación con una pareja casual cuyo estado serológico desconocen (5,9%), o bien de la que saben que es positivo (0,1%).
Stevie Clayton, de Sydney, George Ayala, de Nueva York, y Nick Partridge, de Londres, ilustraron estas mismas ideas con los datos referentes a sus ciudades y países. Parecía haber coincidencia en el reconocimiento de un aumento de la penetración anal no protegida (especialmente con una pareja ocasional fuera de la relación estable), que a su vez parecía asociado al aumento del uso de la metaanfetamina y de los contactos por internet.
Durante el debate la mayoría parecía inclinarse porque la descripción del paisaje podía aplicarse a prácticamente cualquier comunidad gay de gran tamaño. No tengo tan claro que pueda hacerse un paralelismo con la española.
Me explico: en urbes como las mencionadas, se insistió en que los mensajes preventivos orientados a la comunidad gay alcanzaron un grado de saturación, y que diferentes factores subyacentes, algunos ya conocidos (los modelos y valores de las relaciones personales en la cultura occidental y los conflictos de identidad y autoestima que generan) y otros nuevos (falsas creencias sobre la reducción del riesgo de transmisión ligada a la indetectabilidad viral o sobre la “cronificación” de la enfermedad), han contribuido a una reaparición del sexo no protegido, sobre todo del sexo anal. Mi pregunta es: ¿en España llegamos alguna vez a alcanzar un nivel saturado en los mensajes preventivos para hombres gay? Los grupos han hecho en términos generales un gran trabajo, pero hasta donde han podido con los recursos disponibles, si bien me resulta extraño hablar de “saturación” o incluso “cansancio” en la prevención en la comunidad gay.
Eso me recuerda que cada vez que se hacen públicos datos sobre la comunidad gay, en San Francisco, por ejemplo, y el VIH, los medios lo recogen como si sucediera lo mismo en todas partes. No es así, y lo vimos en este taller.
En mi grupo de discusión éramos 20 activistas, cinco de los cuales provenían de Beijing (Pekín), en China, un país que sólo recientemente ha admitido que tiene un grave problema de VIH derivado de las prácticas fraudulentas en la compraventa de sangre. En esta misma región, la comunidad gay apenas se está organizando. Es muy difícil acceder a la gente por motivos legales y culturales: la mayoría de los hombres que practican sexo con hombres son casados y no quieren ser vistos con otros gays en lugares públicos, donde suele haber redadas. Para colmo, los preservativos son bastante caros y no muy accesibles. Esto mismo ocurre en otras zonas de Asia, incluida la propia Tailandia, como explicó Rapeepun Jommaroeng, de la Asociación Rainbow Sky con sede en Bangkok.
El representante del Banco Mundial nos recordó machaconamente (estaba en lo cierto) que mientras algun@s nos alarmábamos ante el ligero repunte de casos de VIH en nuestras ciudades, los hombres gay de países en desarrollo se están muriendo por falta de acceso a todo: información, preservativos, recursos comunitarios y medicinas.
¿Quién se moviliza en el Norte para ayudarles? Resulta paradójico que los activistas hayamos creado gracias a internet el mayor movimiento global en favor del acceso al tratamiento antirretroviral y, sin embargo, apenas seamos capaces de forjar alianzas para defender la vida y la dignidad de los hombres gay y mujeres lesbianas del mundo en desarrollo. Como para reflexionar.
Referencia
Se puede acceder a todas las presentaciones originales en inglés de este simposio en la web de la Federación Australiana de Organizaciones de SIDA: www.afao.org.au
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