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  1. Lo+Positivo 23, octubre 2002
  2. Opinión

Reflexiones de una tarde de verano

Jardín de infancia

Era una cálida tarde de verano, allá por el mes de julio. La gente hablaba alegre, bebíamos refrescos y pillábamos alguna patata frita. Un momento de celebración, también los hay en la comunidad. Sentada en una escalera de piedra vieja, observaba unas niñas pequeñas jugando y tambaleándose en sus primeros pasos. Me llenan de alegría, las vi nacer. Sus madres son mujeres valientes y fuertes que optaron por vivir su maternidad a pesar de ser seropositivas. 

Estas mujeres tomaron decisiones responsables afrontando sus miedos e interrogantes, buscando respuestas en su entorno y con la compañía de personas afines y amigas. Así llevaron adelante su embarazo haciendo un buen seguimiento médico y acogiéndose a las medidas de prevención de la transmisión materno-infantil. Sus hijas nacieron, han crecido, juegan, sonríen, aprenden sus primeras palabras, y además son VIH negativas. 

Perdida entre sus juegos infantiles y sus pieles suaves, me vino a la cabeza un dato que había leído aquella mañana: la mitad de las nuevas infecciones por VIH se da entre la gente joven (15 a 24 años). O sea, aquellas pequeñas que en su día habían estado expuestas al VIH pero habían nacido sin virus gracias a muchas responsabilidades conscientes, las mismas... van a seguir creciendo, llegarán a ser adolescentes jóvenes con ganas de vivir, y entonces volverán a estar expuestas a la infección por VIH. Estadísticamente tendrán muchas más probabilidades de ser infectadas en esta segunda ocasión. Además la tasa de nuevas infecciones entre niñas es 5 ó 6 veces más alta que entre los niños. 

La prevención sigue siendo una asignatura superpendiente. Pero entre los países llamados del primer mundo, la prevención de la transmisión madre-hij@ ha sido un éxito, alcanzando cifras de transmisión realmente muy bajas. De este modo, la situación actual nos permite enfatizar la calidad de los servicios de forma que permitan a las mujeres: 

  • escoger si quieren saber o no su estado serológico,
  • controlar su fertilidad,
  • llevar un embarazo hasta el fin de forma segura y legal,
    tener mientras tanto acceso a los tratamientos antirretrovirales si es necesario y  
  • finalmente dar a luz a su hij@.

La gente joven, mientras está tratando de consolidar su identidad y establecer su sitio en el mundo, es particularmente vulnerable a la infección por VIH. Y, paradojas de la vida, dicen que son también l@s jóvenes quienes ofrecen la esperanza más grande para cambiar el curso de la epidemia si reciben las herramientas y el soporte necesarios para hacerlo. 

A algunos sectores del mundo adulto les cuesta admitir que la gran mayoría de jóvenes: 

  • empiezan su actividad sexual a una edad relativamente temprana, en general antes de casarse,
  • no son monógam@s,  
  • y no usan condones de forma suficientemente regular como para asegurarse una protección adecuada y eficaz. 

Además, la experimentación con drogas, incluso por vía intravenosa, acostumbra a darse durante la juventud. 

La experiencia recogida tanto de programas como de campañas de prevención nos han llevado a la firme conclusión de que «conocer y saber» no se convierten necesariamente en «hacer».

Si el futuro del curso de la epidemia depende de los esfuerzos que se construyan actualmente para prevenir la infección entre l@s jóvenes, es esencialmente necesario que est@s niñ@s y jóvenes que crecerán siendo extremadamente vulnerables al VIH, dejen de ser mer@s receptor@s de asistencia para llegar a ser participantes activ@s en los procesos establecidos para mitigar los efectos de la pandemia. La gente joven necesita claridad, necesita recursos y espacios para clarificar sus valores, sus actitudes y sus comportamientos con libertad y respeto. Paralelamente, las estrategias y las acciones son más eficaces cuando se tienen en cuenta las diferencias de género y cuando se ayuda a las chicas a desarrollar su poder como contrapeso a las desigualdades culturales y sociales que las hacen más vulnerables que a sus compañeros masculinos. 

Las pequeñas siguen jugando alegres y ajenas a las preocupaciones de l@s mayores. Pero que ellas vuelvan a estar expuestas al VIH habiendo desarrollado sus capacidades de decisión, una conciencia abierta y una autoestima valiosa y sólida, depende fundamentalmente de nosotr@s y requiere una acción comprometida de todos los niveles de la sociedad. 

 

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