en persona
DESDE el punto de vista emocional, no hay una forma “correcta” de responder ante el diagnóstico de seropositividad, y tampoco se trata de “trabajar” tus emociones y luego volver a tu vida de siempre como si nada hubiera pasado. Una vez que sabes que eres VIH+ ya no puedes volver atrás, a “no saber”, y para bien o para mal, tu vida será diferente a partir de ese momento. En realidad, adaptarse a vivir con VIH es un largo proceso que puede durar toda la vida. Por eso, durante el período inmediatamente posterior al diagnóstico es importante tener presentes algunas cosas que pueden servir de ayuda para iniciar ese proceso:
- Permítete sentir todas las emociones que te vayan llegando: rabia, tristeza, desconcierto, impotencia, culpa, vergüenza... Dales un espacio y un tiempo de expresión, ya que reconocerlas es el primer paso para tomar el control de tu vida. Es posible que pases un tiempo “sin sentir nada”. No creas que te has vuelto loc@, pues también es una reacción normal que se irá resolviendo con el tiempo.
- Concédete el tiempo que necesites para abordar cambios importantes en tu vida. Por muy inquietante que pueda ser, un diagnóstico de VIH no es una sentencia de muerte y asumir cambios bajo el impacto de esta creencia puede conducirte a tomar decisiones precipitadas.
- Intenta no ceder a otr@s el control de tu vida. Para ello puede que te sirva obtener información que te permita decidir qué es lo mejor para ti, dándote el tiempo que necesites para decidir lo que deseas o necesitas.
- Procura no dejarte llevar por la urgencia de “saberlo todo” sobre el VIH. Da cabida sólo a aquella información que creas necesaria en el momento presente para decidir lo que creas que es mejor para ti. Ya abordarás las necesidades futuras cuando se presenten.
- Puede serte muy útil saber que no tienes por qué afrontar las cosas tú sol@. Pedir ayuda a tus personas queridas o buscar apoyo a través de grupos de soporte, counselling, apoyo psicológico o cualquier otro recurso que creas conveniente en tu caso, es un paso importante para afrontar la incertidumbre que provoca esta nueva situación.
Diría que la regla de oro podría ser: concédete la importancia que te mereces, no sólo en cuanto a la atención médica/hospitalaria sino también en los asuntos más íntimos relacionados con el proceso de vivir, en este caso, de vivir con el VIH.
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