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  1. Lo+Positivo 23, octubre 2002
  2. Opinión

Prevenir cura cuidarse previene

opina

Quizá se está prestando demasiado atención a los tratamientos y estamos dejando de lado la prevención». No es una frase inventada, le he podido oír en diferentes foros pronunciada por distintas personas inquietas porque la urgencia de salvar las vidas de las personas con VIH haya ensombrecido los esfuerzos por evitar la transmisión. También resuena cuando se discuten las prioridades de financiación de programas públicos y privados. Pero el dilema entre prevenir o tratar puede no ser tal en último término. 

Quizá una de las claves para entender por qué existe un continuo entre ambos extremos sea sustituir ‘tratamientos’ por el término inglés care que podemos traducir por ‘asistencia’ o ‘cuidados’ si es sustantivo, y por ‘cuidar’ si es verbo. 

Cuidar a un individuo o a un colectivo hace que se sienta mejor, respetad@, atendid@, con su autoestima reforzada. Las personas que saben que están infectadas y tienen acceso a cuidados rompen con actitudes de negación sobre la propia existencia del VIH y sobre su posibilidad de transmisión. A su vez quienes l@s cuidan, sea por relaciones personales o profesionales, demuestran que no hay que temer la transmisión por el simple contacto cotidiano, lo que contribuye a disipar creencias erróneas y alarmistas sobre la transmisión. 

Una mayoría de personas que viven con VIH no conoce su estado serológico. No creen que tengan necesidad de hacerse la prueba, minusvaloran las situaciones de riesgo que han experimentado o mantienen una actitud de negación por miedo al estigma y la discriminación. El uso creciente del asesoramiento y las pruebas voluntarias del VIH es un factor importante para fomentar cambios en los comportamientos de riesgo, que, a su vez, se traducirán en una prevención más eficaz. La disponibilidad de asistencia y tratamiento para el VIH -una fuente de esperanza- puede constituir un incentivo poderoso para que las personas se decidan a averiguar su estado serológico. 

Un ejemplo que se destacó en la Conferencia de Barcelona, que ya se mencionaba en el anterior número de LO+POSITIVO, es el de un programa en cuatro centros en la India donde un incremento de la disponibilidad de asistencia sanitaria para el VIH condujo a una mayor demanda de servicios tanto de prevención como de asistencia. Es más, la expansión de los servicios asistenciales y de apoyo en el ámbito comunitario generó una mayor implementación de programas y un aumento del uso de los métodos por parte de poblaciones en situación de riesgo. 

Es decir, que allí donde se prestan cuidados a las personas con VIH, se produce un efecto boomerang beneficioso para toda la comunidad. Esos servicios permiten romper el silencio, convertir en reales a l@s seropositiv@s y deshacer rumores o falsas percepciones sobre la epidemia. Esto contribuye a disminuir el estigma y la discriminación, lo que a su vez reduce el miedo hacia a ambos. En este contexto menos personas tendrán reticencias a acudir a los centros de pruebas y counselling del VIH y más conocerán que viven con VIH. Esto les permitirá evaluar sus prácticas de riesgo y en último término la adopción de habilidades de prevención. De esta manera, la asistencia y apoyo a las personas que viven con el VIH pueden ayudar a proteger la salud del público en general al mejorar la eficacia de los esfuerzos preventivos. 

Con frecuencia olvidamos que cuando desarrollamos intervenciones en prevención estamos presuponiendo que entre la población diana a la que nos dirigimos puede haber –y suele haber- personas con VIH. 

Las personas con VIH conocen las situaciones y las prácticas de riesgo. Numerosas evaluaciones de programas de intervención en prevención han evidenciado que su participación activa en el diseño y ejecución de dichos programas mejora su eficacia y resultados. Si a esto añadimos un aumento de los recursos y esfuerzos dedicados a tal fin, lograremos una reducción del número de infecciones. Al mantener limitado el número de personas con VIH, se pueden optimizar la calidad asistencial y las ayudas sociales que se les proporcionan. 

Por estos motivos, cada vez resulta más evidente que la asistencia relacionada con el SIDA es una inversión provechosa que beneficia directamente a las personas con el VIH/SIDA, al tiempo que refuerza la prevención de la epidemia con el consiguiente impacto positivo para el conjunto de la sociedad. 

Referencia: Documentos sobre Prevención y Asistencia de ONUSIDA en
http://www.unaids.org

    

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