a ciencia cierta
En el número 21 de LO+POSITIVO os introdujimos a las terapias de base inmune (TBI) o inmunoterapias, ésas que intentan “estimular” a tu propio sistema inmune para que sea capaz de controlar al VIH por sí mismo o con menos ayuda del único (e imperfecto) instrumento terapéutico anti-VIH del que disponemos hoy en día: los Tratamientos Antirretrovirales de Gran Actividad (TARGA). Hoy cerramos nuestro resumen sobre TBI hablando de vacunas terapéuticas y pasando revista a un variado abanico de sustancias que tratan o han tratado de probar su potencial como inmunoterapias del VIH.
Vacunas terapéuticas: ¿lento pero seguro?
Much@s creen que las vacunas terapéuticas (VT) podrían ser las TBI más baratas, eficaces y tolerables. Básicamente, si una vacuna preventiva (VP) trata de evitar la infección por VIH entre personas no infectadas que se expongan al virus, una VT, que bien podría ser la misma o parecida sustancia, intentaría “educar” al sistema inmune de personas ya infectadas con el fin de mejorar sus respuestas naturales contra el VIH. En la era TARGA, el objetivo de una VT sería que las personas VIH+ vacunadas o inmunizadas pudieran prescindir, sin riesgos y al menos durante significativos períodos de tiempo, del uso de antirretrovirales. Teniendo en cuenta la toxicidad de tales fármacos o sus elevadísimos precios, se entiende la excitación de individuos y colectivos ante las posibles ventajas de una vacuna terapéutica, incluso si fuera de eficacia limitada. Lamentablemente, aún no disponemos de ninguna vacuna, ni preventiva ni terapéutica, aprobada para su uso en VIH: todas son candidatas experimentales.
Entre los primeros esfuerzos por conseguir una vacuna terapéutica se encuentran los de científicos tan legendarios como Jonas Salk (creador de la vacuna anti-polio), que emergió de su semi-retiro para desarrollar el prototipo de vacuna terapéutica anti-VIH constituido por virus inactivados enteros que hoy conocemos como Remune. Si bien a finales de los 80 much@s creyeron que los resultados con esta y otras vacunas candidatas permitían cierto optimismo, los hechos se ocuparon poco a poco de contradecirlos. La misma larga historia experimental del propio Remune está llena de altibajos y sonoras controversias y, tras el abandono de su último patrocinador (el gigante farmacéutico Pfizer), el futuro del inmunógeno de Salk parece más incierto que nunca.
Aunque rodeadas de menos controversia, otras candidatas de la época sufrieron destinos similares y la investigación en VT experimentó un considerable declive durante los años 90, hasta que el advenimiento de TARGA y la creciente constatación de sus límites facilitó el resurgir del interés hacia las inmunoterapias en general y hacia la investigación en VT en particular.
A día de hoy, Aventis-Pasteur, una compañía puntera en el campo de las vacunas, continúa desarrollando ALVAC, su prototipo de VP basado en un vector viral de canarypox recombinante y a punto de iniciar ensayos clínicos de Fase III en Tailandia. Con ciertas modificaciones, la misma ALVAC también se estudia como VT en varios ensayos de Fase I y II en Francia y Estados Unidos.
Otras grandes farmacéuticas, algunas de ellas bien conocidas en el mundo del VIH como Glaxo (hoy GlaxoSmithKline o GSK) o Merck, parecen apostar con fuerza por la investigación en vacunas. GSK posee una candidata a VP en Fase I y esperan estudiarla también en personas ya infectadas y la primera fase del programa de desarrollo clínico del prototipo de ADN “desnudo” de Merck (que tan positivos resultados obtuvo con monos), ya incluye estudios para personas con y sin VIH. Sólo en algunos años sabremos si éste u otros prototipos afianzan su desarrollo o resultan en otro ciclo de fiascos.
Inicialmente al menos, los ensayos sobre VT con personas VIH+ en nuestro entorno contarán con grupos homogéneos de pacientes que tomen TARGA y que se distribuyan al azar entre un “brazo” que recibirá sólo TARGA y placebo y otro al que además se le proporcione la VT. Algunos de los diseños en marcha implican el uso de vacunas frente a placebos en el contexto de las conocidas como Interrupciones Estructuradas de Tratamiento (IET)*. La idea en este caso sería evaluar la eficacia de la vacuna a partir de mediciones “indirectas” como la del tiempo transcurrido hasta el rebrote viral en las personas que interrumpen TARGA vacunadas frente a las que lo hacen habiendo recibido un placebo. Estos trabajos, además, habrían de realizar sofisticadas mediciones de la activación de ciertas respuestas inmunes específicas frente al VIH de l@s participantes para así poder detectar posibles diferencias entre ambos grupos y, por ende, relaciones causales entre tales diferencias y la evolución virológica y clínica de cada uno: el nudo gordiano de la investigación en VT del VIH.
Otras TBI: un rosario de intentonas
Supresores inmunes
Los supresores inmunes se basan en el principio de que el VIH prefiere replicarse en células CD4 activadas y en proceso de división por lo que la supresión de la activación celular podría redundar indirectamente en una reducción de la replicación viral. En muchos casos se trata de sustancias utilizadas para ciertas enfermedades autoinmunes (en las que el sistema inmune ataca a los propios tejidos) o en transplantes de órganos (en que el sistema inmune ataca a los tejidos transplantados). La prednisona y la ciclosporina son los inmunosupresores más estudiados en el contexto del VIH. La primera ha caído en el olvido tras algunos estudios fallidos pero sugerentes, mientras que la segunda continúa estudiándose hoy en día, notablemente entre primoinfectad@s y en personas con altos recuentos de CD4, tras los resultados no concluyentes de varios estudios llevados a cabo en los años 80 y 90.
Terapias derivadas del timo
Desde finales de los 80 son varias las sustancias naturalmente derivadas del timo o sintéticamente reproducidas que han sido objeto de ensayos clínicos en TBI. Aunque algunos resultados apuntaban posibles mejoras de los recuentos de CD4, la investigación en este campo no ha sobrevivido a la era TARGA y, como otras TBI, las terapias derivadas del timo han desaparecido de la escena científica VIH.
Terapias de transferencia celular
Los primeros intentos de usar estas técnicas como TBI contra el VIH se concentraron en la re-infusión en personas VIH+ de células T CD8 previamente manipuladas para tal fin, aunque los estudios más recientes añaden también células T CD4 intentando así maximizar el limitado éxito de los primeros estudios. Dados el coste y las dificultades prácticas de estas terapias, muchos consideran que su potencial, particularmente en la era TARGA, es cuando menos cuestionable.
Terapias basadas en anticuerpos
La terapia basada en anticuerpos se conoce también como “inmunoterapia pasiva”, y suele consistir en tratar a las personas VIH+ más avanzadas con anticuerpos extraídos de personas VIH+ asintomáticas y con infección temprana. Las dificultades prácticas de esta TBI y, de nuevo, la llegada de TARGA, han limitado considerablemente su potencial de desarrollo futuro, aunque existe una terapia basada en anticuerpos aprobada para su uso en niñ@s VIH+ para la prevención de infecciones bacterianas: la globulina inmune intravenosa, una mezcla purificada de anticuerpos que no ha llegado a aprobarse para su uso en adultos.
TBI hormonales y herbales
La hormona DHEA es una versión sintética de una hormona natural relacionada con la testosterona cuyos niveles parecen declinar a medida que avanza la infección por VIH. Su uso como suplemento dietético es bastante popular a pesar de que la investigación realizada hasta la fecha ha fracasado a la hora de mostrar mejorías en los recuentos CD4 en personas VIH+. Una compañía llamada Hollis Eden, sin embargo, continúa estudiando las propiedades inmunógenas de un derivado de la DHEA, conocido como HE2000.
Finalmente, varias hierbas chinas, con la popular equinácea a la cabeza, se han descrito a menudo como inmunogénas, aunque ninguna de ellas haya sido nunca convenientemente estudiada. Hoy sabemos que algunas de estas hierbas contienen ciertos polisacáridos que podrían estimular indiscriminadamente el sistema inmune y aumentar la carga viral en lugar de bloquearla lo que, al menos de momento, parece haber invalidado su supuesto potencial como inmunoterapia del VIH.
* LAS IET SON UNA ESTRATEGIA TAMBIÉN EXPERIMENTAL CONSISTENTE EN INTERRUMPIR EL USO DE TARGA PARA RETOMARLO DESPUÉS EN UNO O VARIOS CICLOS PROGRAMADOS DE ANTEMANO.
FUENTE: ACRIA Update: winter 2001/2002; www.acria.org
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