en persona
Paula es rubia, de ojos marrones y con una mirada profunda. A través de su amplia sonrisa deja notar su acento argentino mientras conversa con LO+POSITIVO sobre su trabajo a caballo entre Zaragoza y Barcelona, la nostalgia de vivir lejos de su tierra y su infección por VIH. Nos sentamos en el salón de la casa okupa en la que habita a los pies de Montjuic, donde prestamos atención a un discurso político sobre la construcción de su género, evitando cualquier etiqueta que la aleje de lo que ella es por encima de todas las cosas, una persona.
Cuando Paula empezó a tomar conciencia de que su entorno social y familiar la veía como una mujer, ya fuese por su forma de vestir o expresarse, tenía tan sólo 13 años y comenzaba a ir al instituto con una melena más larga de lo que habitualmente la llevaban los chicos. Por aquel entonces, tomó asiento en el aula y tras pasar lista, su nombre de chico delató que no era una mujer. Sus compañer@s asombrad@s no dejaron de preguntarle en el recreo si era chica o chico. Paula, entre tanto, intentaba aclararse y después de incesantes agresiones, le impusieron la realidad de l@s demás, que ella no era una chica. «Lo duro no fue sentirme quien soy, sino sentirme quien ell@s decían que yo era, la imposición social desde la ignorancia de las personas y desde la estupidez que tenemos todos los seres humanos», afirma.
Todos sus sentimientos y percepciones sobre su género fueron puestos en tela de juicio. Empezó a defenderse de algo que sentía que tenía que defenderse y escribió un artículo en el que reflejaba lo que creía que era, un homosexual. Nada más alejado de la realidad. «Mis compañer@s me veían como una mariquita, la mariquita cómica, nunca me trataron como varón, me veían como una chica, se fijaban en mí como una chica, me tiraban los tejos. Vivía como chica, me vestía como chica», cuenta
Con el tiempo, todos medio arrepentidos y confundidos le hicieron ver que a pesar de que no había nacido chica, sí que lo parecía.
A los 20 años comenzó a militar activamente en el grupo TTLG argentino (grupo de transexuales, travestís, lesbianas y gays). Su trabajo fue reivindicar el género y exigir los derechos de cualquier ser humano de elegir libremente sobre el propio cuerpo. En ese momento, Paula intentaba sobrevivir en un sistema vertical en el que le tocaba ser el último peldaño de la escalera: no era un patrón de conducta a seguir.

Tras este período de activismo, Paula comenzó a descubrir que ante todo es una persona y dejó de definirse políticamente como travestí, «tampoco me defino con la palabra transexual, ni mujer, sino que me identifico con la palabra Paula», afirma.
LO+POSITIVO: A la pregunta de quién eres tú, ¿qué responderías?
Paula: Que yo soy Paula. Socialmente, por suerte, tengo una apariencia bastante femenina, sociabilizo con esta apariencia, mis relaciones son con esta apariencia, me gusta vivir como una mujer en esta sociedad. Creo que he logrado la meta que tenía a escala personal. Mis relaciones sexuales son como una mujer porque no tengo pene. Todo lo que he construido de mí misma hace que, más allá de lo que las personas puedan detectar sobre si ésta es una mujer construida o autoconstruida, mi forma de ser y de desarrollarme opaca esa realidad. Ésta es Paula.
LO+POSITIVO: ¿A qué edad te viniste a España?
Paula: Me vine hace seis años. Llegué de Argentina con mucho dinero. Entonces me vine a conocer, vine a buscar un trabajo fuera de la prostitución, buscaba una fantasía, enamorarme, encontrar el amor.
LO+POSITIVO: ¿Y encontraste lo que buscabas?
Paula: Sí y no. Al ser tan independiente y tan autónoma no paro de buscar. Creo que soy yo la que no permite crear vínculos mucho más profundos y cuando se crean, quiero seguir adelante, no me quedo. Y en Argentina tengo vínculos más profundos. He ejercido la prostitución desde los treces años hasta venirme a Europa. Cuando tenía 20 o 21 años ejercía el trabajo sexual de forma esporádica, para sobrevivir, pero empezó a no gustarme la prostitución, aunque nunca había trabajado en otra cosa. Y empecé a meterme en el activismo. Entonces conocí a mucha gente y a partir de los 22 años supe lo que era un amigo. Antes no, antes había mucha exclusión, muchos problemas con la policía, gran parte de mi vida la pasé en la cárcel con todos los maltratos que ello conlleva.
LO+POSITIVO: ¿Fue en esa época cuando te enteraste que vivías con VIH?
Paula: No. Mi vida siempre ha estado compartida con personas que han vivido con VIH, amigas y personas muy queridas. Y había hecho procesos, había estado en talleres de prevención, había tenido una vida extremadamente promiscua, extremadamente sexual y sin condón y no me había infectado por VIH. Cuando me vine a Europa me vine sin VIH, después de haber tenido una vida de lo más sexual, divertida, sin preservativo: me había cuidado mucho y no me había cuidado nada.
LO+POSITIVO: Tendrías mucha información al respecto…
Paula: Claro, había tenido un montón de amigas con VIH y yo pensaba que si algún día tenía VIH estaba políticamente preparada. Me decía a mí misma que si tenía VIH no pasaría nada, no por la medicación, sino por la concienciación de asumir que era una enfermedad y que estaba preparada. No quería, no lo deseaba, tenía los miedos y sentimientos de culpa. De hecho, cuando me hice los primeros análisis después de haber caído muy enferma, los médicos me dijeron que estuviera tranquila, pues el resultado era negativo. A partir de entonces empecé a tener más conciencia del cuidado de mi propio cuerpo.
LO+POSITIVO: ¿Cómo te infectaste?
Paula: Después de estar un mes en Barcelona, me fui a Roma donde conocí a un chico de 23 años, un camionero muy guapo, con el que estuve saliendo un año. Me pidió tener relaciones sexuales sin preservativo y aunque al principio le dije que no, después me dejé llevar. Y antes de irme nuevamente a Argentina, vino todos los días a casa y tuvimos mucho más sexo del que nunca antes habíamos tenido. Y en ese momento se me ocurrió pensar que ese chico tan guapo no estaba bien, pues me parecía extraño que sabiendo lo que yo hacía y en lo que trabajaba, quisiera tener relaciones sexuales conmigo sin preservativo una y otra vez, aun a sabiendas de que me iba. Este chico me estaba dejando algo más que el placer físico. Sentí mucha confusión. Estaba por operarme en ese momento, así que viajé a Chile y me hice todos los estudios que tenía que hacerme. El doctor me comentó que los resultados eran un poco confusos. Le pregunté si tenía el VIH y me contestó que no estaba claro. Le dije: yo no entiendo.
LO+POSITIVO: ¿Y por qué en Chile?
Paula: Porque allí era más barata la cirugía de reasignación de sexo. Pero decidí no operarme porque tenía miedo. Me dio un bajón muy grande, pese a haberme sentido preparada para asumir el diagnóstico positivo al VIH. Decidí no operarme en ese momento porque no sabía cómo estaban mis defensas o si moriría en el quirófano. Tenía una parte de la información de lo que era una operación de esa envergadura, pero no sabía lo que implicaba teniendo el VIH. Le dije al médico que no me operaba y me volví a Argentina donde somaticé muchas cosas: tuve fiebre, vomitaba continuamente, no tenía fuerzas para levantarme de la cama. Mucha gente no lo entendía y me decían que todo estaba en mi cabeza. ¡Pero claro que estaba en mi cabeza! ¡Y mi cabeza se lo había transmitido a todo mi cuerpo!
LO+POSITIVO: ¿Se lo habías contado a muchas personas?
Paula: Sólo a dos, no quería contárselo a nadie. Todo lo que yo pensaba que podría hacer en ese instante, no lo hice, me mató emocionalmente y me corté el pelo. No pude operarme, pero algo me tenía que cortar y me corté el pelo. Pero después me sentí frustrada: el dinero que no utilicé en la operación lo metí en el banco y justo vino el corralito y no pude sacarlo. Entonces pregunté, me hice los estudios de nuevo, necesitaba saber lo que tenía y cómo estaban mis defensas, también me informe si me podía operar y me dijeron que sí.
LO+POSITIVO: ¿Dónde te informaste?
Paula: En la asociación Nexo, que tenía una revista que se llamaba NX. Tenían un médico que dirigió muchos proyectos en Argentina sobre VIH. Aprendí que es una enfermedad bastante social, pero que al fin y al cabo no perjudica a nadie más que a una misma, al menos en la relación cotidiana.
LO+POSITIVO: ¿Vivir con VIH es un impedimento para someterse a una cirugía de reasignación de sexo?
Paula: Depende de las defensas que tengas. Lo que sí he descubierto con esta cirugía es que hay países donde no están obligados a operarte, como por ejemplo, Chile y Ecuador. Yo finalmente me sometí a la operación en Chile, pero quedé mal operada y necesito volver a hacerlo para sobrevivir, porque me limita como ser humano y me genera unas depresiones muy fuertes.
LO+POSITIVO: ¿Tenías noticias de cómo era este tipo de cirugía en Chile antes de operarte?
Paula: Sabía que el cirujano que me atendía no tenía una técnica muy perfecta. Pero no sabía todo lo que iba a implicar con posterioridad: en qué te limitaba como persona la reasignación de sexo, la realidad del cuerpo, cómo se desarrollaba tu vida sexual, cuál era la necesidad de la operación funcional a la hora de seguir haciendo tu vida y manteniendo relaciones sexuales. La importancia de todo esto nadie me lo explicó, porque hay muchos prejuicios, hay muchos tabúes, porque no hay información real.
LO+POSITIVO: Entre las personas que se han sometido a esta cirugía, ¿tampoco se habla?
Paula: No se habla ni de esto ni del orgasmo ni del funcionamiento de la vagina, ni de la lubricación natural.
LO+POSITIVO: ¿Se habla de SIDA?
Paula: De SIDA se habla más.
LO+POSITIVO: ¿En España o en Argentina?
Paula: En Argentina, allí hay menos tabúes que aquí. Aquí hay más tabúes en torno al VIH, por lo menos en el entorno de las personas que cambian su género. Yo particularmente no conozco a nadie que tenga SIDA.
LO+POSITIVO: ¿Qué se dice entre las personas que construyen su género cuando habláis del VIH?
Paula: En mi caso, lo hablo con mis paisanas nada más. Hablamos más desde el sentimiento, de lo emotivo.
LO+POSITIVO: ¿Vivir con VIH ha condicionado que te dediques al trabajo sexual?
Paula: No, más bien porque lo empecé a hacer desde pequeña y era la única forma que tenía de obtener recursos.
LO+POSITIVO: Las personas que trabajan contigo, ¿saben que vives con VIH?
Paula: He trabajado con gente que sabe que tengo VIH y hemos compartido clientes y no pasa nada, porque tomamos los cuidados necesarios. Ahora, cuando se trata del cliente, no se lo digo, porque si no el cliente no querría contratar mis servicios. Entonces yo impongo mi cuidado sobre todas las cosas, hablo de mi cuidado personal porque yo no me siento responsable de la salud de nadie, simplemente de la mía. Cuando me acuesto con alguien no quiero que la persona sepa que yo tengo VIH para que se cuide, sino para que comparta una realidad, para sentirme a mí misma más protegida, inclusive emocionalmente.
LO+POSITIVO: Han pasado ya cinco años desde que te diagnosticaron, ¿cuánto tiempo llevas tomando la medicación?
Paula: Hace 20 días que empecé la medicación. Y estaba muy asustada por tener que empezar, porque siento que es el reconocimiento de la enfermedad, es una decisión muy difícil de tomar.
LO+POSITIVO: ¿Por qué has tenido que empezar?
Paula: Me ha subido la carga viral y me han disminuido las defensas a raíz de la depresión que tengo. Me quería hacer la segunda operación en Ecuador: reuní dinero, pedí un préstamo, negocié con el cirujano, le dije que tenía VIH, me dijo que en Ecuador no estaban obligados a operar a personas con VIH, pero que él me iba a operar igual. Al llegar me atendió otro cirujano que me hizo unos estudios y me dijo que no me iba a operar. El cirujano que me había dicho que sí nunca apareció. Desde entonces estoy intentando sacar fuerzas para seguir adelante, porque emocional y físicamente me siento limitada, porque siento que a pesar de toda la lucha que he hecho en mi vida, todo ha sido en vano, todos los esfuerzos para lograr ser quien quiero ser al final han caído en un saco roto. Y esto me deprime mucho.
LO+POSITIVO: ¿Esto afecta a tu placer?
Paula: Cuando no estás bien mentalmente, afecta también a la parte física. Porque esto no es sólo un cambio de los genitales, es una readecuación porque las terminales nerviosas se redistribuyen en otras zonas, en otras partes del cuerpo que no existían, como es la cavidad vaginal. Entonces es como volver a aprender sobre sexualidad, sobre tu propio cuerpo; pero si los genitales readecuados no están bien hechos, no puedes tener una relación sexual completa ni placentera, como la estabas esperando. Y hay una frustración emocional, creo que no he podido completar el ciclo que empecé, pero no por tener una vagina o por arrepentirme de lo hecho. Si me pones a escoger entre esto y lo anterior, sin dudarlo, mi vagina, que a pesar de no ser perfecta me acerca al sueño que una vez imagine de mí misma. El problema es que no tengo más fuerzas para juntar dinero y volver a hacerme otra operación. Pero ten por seguro que me levantaré y seguiré luchando por sentirme óptima física y emocionalmente, no bajaré los brazos.
LO+POSITIVO: ¿L@s médic@s te dan algún consejo respecto al tratamiento antirretroviral y/o hormonal?
Paula: El médico me recetó unas anticonceptivas que, por lo que veo, ayudan a no deprimirte. Pero me dio un medicamento antirretroviral que, me dijo, no la acentúan. En el caso del endocrino me dijo que tomase unas hormonas, pero me gustaría que encontrase unas que me ayuden a no deprimirme o algo que me ayude a levantar el ánimo.
LO+POSITIVO: ¿Sientes que puedes hablar libremente y resolver todas tus dudas tanto con el endocrino como el inmunólogo?
Paula: Con mi carácter y mi forma de pensar, sí. Lo que pasa es que depende de mí y de cómo expongo la situación.
LO+POSITIVO: ¿L@s médic@s responden a tus preguntas?
Paula: No. La médica, por ejemplo, que me atiende en el Hospital Clínico para el VIH es muy maja y me atiende de puta madre. En cambio, el endocrino me parece un cero patatero, me parece que es una persona que no tiene ni idea de lo que significa real y emocionalmente el cambio de género y las necesidades de las personas. Le expliqué mi problema físico a raíz de la operación que me hicieron y el funcionamiento vaginal y el tío no demostró ningún tipo de interés, porque hay un vacío absoluto en investigaciones en este campo. Después está la psiquiatra que sólo me llama cuando tiene que hacer alguna investigación o estudio, y si yo la llamo porque tengo un problema, no muestra interés real. Me han pasado tal cantidad de casos humillantes donde he sentido tanta prepotencia por parte de l@s médic@s, que una vez le dije a uno que me trató muy mal que si yo le daba asco, que mejor no me tocase, porque me iba a levantar y le iba a dar un par de hostias. Le dije que lo que veía ahí tirado era una persona y que él se comprometió a tratar con personas y yo no tenía la culpa de que me hubieran hecho mal la operación y que si no le gustaba que no me atendiese y se dedicase a otra cosa que no fuese tratar con seres humanos.
LO+POSITIVO: Cuándo tienes dudas o quieres saber algo sobre las hormonas, el VIH u otras enfermedades de transmisión sexual, ¿Adónde o a quién acudes?
Paula: Lo de las hormonas es un tema bastante complicado, así que acudo a compañeras que tengan más experiencia. Generalmente, vamos preguntándonos unas a otras; me parece lo más acertado hasta ahora, porque no hay estudios rigurosos sobre las hormonas en personas que han cambiado de género.
LO+POSITIVO: ¿Y cuándo quieres hablar sobre enfermedades de transmisión sexual?
Paula: Prefiero ir a un colectivo de VIH.
LO+POSITIVO: ¿Puedes hablar libremente en esos lugares sin sentirte prejuzgada?
Paula: Eso también depende de la personalidad de cada una. Soy bastante extrovertida, exigente y se me nota. Eso impone, pero no todas somos iguales. Así que afortunadamente en las ONG nunca me he sentido prejuzgada. Esto no quiere decir que alguien pueda sentirse mal tratad@, los prejuicios existen para tod@s y desde tod@s.
LO+POSITIVO: ¿Crees que hay suficiente información sobre el tema del VIH?
Paula: Hay información, pero no suficiente en el caso de las personas que construimos nuestro género; por ejemplo, sobre la transmisión a través de los fluidos vaginales, yo no sé si puedo transmitir el VIH por la vagina. Como no tengo fluidos, cuando me hacen sexo oral simplemente pienso «tú come tranquilo que total yo no tengo fluidos…».

Cuando Paula empezó a tomar conciencia de que su entorno social y familiar la veía como una mujer, ya fuese por su forma de vestir o expresarse, tenía tan sólo 13 años y comenzaba a ir al instituto con una melena más larga de lo que habitualmente la llevaban los chicos. Por aquel entonces, tomó asiento en el aula y tras pasar lista, su nombre de chico delató que no era una mujer. Sus compañer@s asombrad@s no dejaron de preguntarle en el recreo si era chica o chico. Paula, entre tanto, intentaba aclararse y después de incesantes agresiones, le impusieron la realidad de l@s demás, que ella no era una chica. «Lo duro no fue sentirme quien soy, sino sentirme quien ell@s decían que yo era, la imposición social desde la ignorancia de las personas y desde la estupidez que tenemos todos los seres humanos», afirma.
Todos sus sentimientos y percepciones sobre su género fueron puestos en tela de juicio. Empezó a defenderse de algo que sentía que tenía que defenderse y escribió un artículo en el que reflejaba lo que creía que era, un homosexual. Nada más alejado de la realidad. «Mis compañer@s me veían como una mariquita, la mariquita cómica, nunca me trataron como varón, me veían como una chica, se fijaban en mí como una chica, me tiraban los tejos. Vivía como chica, me vestía como chica», cuenta
Con el tiempo, todos medio arrepentidos y confundidos le hicieron ver que a pesar de que no había nacido chica, sí que lo parecía.
A los 20 años comenzó a militar activamente en el grupo TTLG argentino (grupo de transexuales, travestís, lesbianas y gays). Su trabajo fue reivindicar el género y exigir los derechos de cualquier ser humano de elegir libremente sobre el propio cuerpo. En ese momento, Paula intentaba sobrevivir en un sistema vertical en el que le tocaba ser el último peldaño de la escalera: no era un patrón de conducta a seguir.

Tras este período de activismo, Paula comenzó a descubrir que ante todo es una persona y dejó de definirse políticamente como travestí, «tampoco me defino con la palabra transexual, ni mujer, sino que me identifico con la palabra Paula», afirma.
LO+POSITIVO: A la pregunta de quién eres tú, ¿qué responderías?
Paula: Que yo soy Paula. Socialmente, por suerte, tengo una apariencia bastante femenina, sociabilizo con esta apariencia, mis relaciones son con esta apariencia, me gusta vivir como una mujer en esta sociedad. Creo que he logrado la meta que tenía a escala personal. Mis relaciones sexuales son como una mujer porque no tengo pene. Todo lo que he construido de mí misma hace que, más allá de lo que las personas puedan detectar sobre si ésta es una mujer construida o autoconstruida, mi forma de ser y de desarrollarme opaca esa realidad. Ésta es Paula.
LO+POSITIVO: ¿A qué edad te viniste a España?
Paula: Me vine hace seis años. Llegué de Argentina con mucho dinero. Entonces me vine a conocer, vine a buscar un trabajo fuera de la prostitución, buscaba una fantasía, enamorarme, encontrar el amor.
LO+POSITIVO: ¿Y encontraste lo que buscabas?
Paula: Sí y no. Al ser tan independiente y tan autónoma no paro de buscar. Creo que soy yo la que no permite crear vínculos mucho más profundos y cuando se crean, quiero seguir adelante, no me quedo. Y en Argentina tengo vínculos más profundos. He ejercido la prostitución desde los treces años hasta venirme a Europa. Cuando tenía 20 o 21 años ejercía el trabajo sexual de forma esporádica, para sobrevivir, pero empezó a no gustarme la prostitución, aunque nunca había trabajado en otra cosa. Y empecé a meterme en el activismo. Entonces conocí a mucha gente y a partir de los 22 años supe lo que era un amigo. Antes no, antes había mucha exclusión, muchos problemas con la policía, gran parte de mi vida la pasé en la cárcel con todos los maltratos que ello conlleva.
LO+POSITIVO: ¿Fue en esa época cuando te enteraste que vivías con VIH?
Paula: No. Mi vida siempre ha estado compartida con personas que han vivido con VIH, amigas y personas muy queridas. Y había hecho procesos, había estado en talleres de prevención, había tenido una vida extremadamente promiscua, extremadamente sexual y sin condón y no me había infectado por VIH. Cuando me vine a Europa me vine sin VIH, después de haber tenido una vida de lo más sexual, divertida, sin preservativo: me había cuidado mucho y no me había cuidado nada.
LO+POSITIVO: Tendrías mucha información al respecto…
Paula: Claro, había tenido un montón de amigas con VIH y yo pensaba que si algún día tenía VIH estaba políticamente preparada. Me decía a mí misma que si tenía VIH no pasaría nada, no por la medicación, sino por la concienciación de asumir que era una enfermedad y que estaba preparada. No quería, no lo deseaba, tenía los miedos y sentimientos de culpa. De hecho, cuando me hice los primeros análisis después de haber caído muy enferma, los médicos me dijeron que estuviera tranquila, pues el resultado era negativo. A partir de entonces empecé a tener más conciencia del cuidado de mi propio cuerpo.
LO+POSITIVO: ¿Cómo te infectaste?
Paula: Después de estar un mes en Barcelona, me fui a Roma donde conocí a un chico de 23 años, un camionero muy guapo, con el que estuve saliendo un año. Me pidió tener relaciones sexuales sin preservativo y aunque al principio le dije que no, después me dejé llevar. Y antes de irme nuevamente a Argentina, vino todos los días a casa y tuvimos mucho más sexo del que nunca antes habíamos tenido. Y en ese momento se me ocurrió pensar que ese chico tan guapo no estaba bien, pues me parecía extraño que sabiendo lo que yo hacía y en lo que trabajaba, quisiera tener relaciones sexuales conmigo sin preservativo una y otra vez, aun a sabiendas de que me iba. Este chico me estaba dejando algo más que el placer físico. Sentí mucha confusión. Estaba por operarme en ese momento, así que viajé a Chile y me hice todos los estudios que tenía que hacerme. El doctor me comentó que los resultados eran un poco confusos. Le pregunté si tenía el VIH y me contestó que no estaba claro. Le dije: yo no entiendo.
LO+POSITIVO: ¿Y por qué en Chile?
Paula: Porque allí era más barata la cirugía de reasignación de sexo. Pero decidí no operarme porque tenía miedo. Me dio un bajón muy grande, pese a haberme sentido preparada para asumir el diagnóstico positivo al VIH. Decidí no operarme en ese momento porque no sabía cómo estaban mis defensas o si moriría en el quirófano. Tenía una parte de la información de lo que era una operación de esa envergadura, pero no sabía lo que implicaba teniendo el VIH. Le dije al médico que no me operaba y me volví a Argentina donde somaticé muchas cosas: tuve fiebre, vomitaba continuamente, no tenía fuerzas para levantarme de la cama. Mucha gente no lo entendía y me decían que todo estaba en mi cabeza. ¡Pero claro que estaba en mi cabeza! ¡Y mi cabeza se lo había transmitido a todo mi cuerpo!
LO+POSITIVO: ¿Se lo habías contado a muchas personas?
Paula: Sólo a dos, no quería contárselo a nadie. Todo lo que yo pensaba que podría hacer en ese instante, no lo hice, me mató emocionalmente y me corté el pelo. No pude operarme, pero algo me tenía que cortar y me corté el pelo. Pero después me sentí frustrada: el dinero que no utilicé en la operación lo metí en el banco y justo vino el corralito y no pude sacarlo. Entonces pregunté, me hice los estudios de nuevo, necesitaba saber lo que tenía y cómo estaban mis defensas, también me informe si me podía operar y me dijeron que sí.
LO+POSITIVO: ¿Dónde te informaste?
Paula: En la asociación Nexo, que tenía una revista que se llamaba NX. Tenían un médico que dirigió muchos proyectos en Argentina sobre VIH. Aprendí que es una enfermedad bastante social, pero que al fin y al cabo no perjudica a nadie más que a una misma, al menos en la relación cotidiana.
LO+POSITIVO: ¿Vivir con VIH es un impedimento para someterse a una cirugía de reasignación de sexo?
Paula: Depende de las defensas que tengas. Lo que sí he descubierto con esta cirugía es que hay países donde no están obligados a operarte, como por ejemplo, Chile y Ecuador. Yo finalmente me sometí a la operación en Chile, pero quedé mal operada y necesito volver a hacerlo para sobrevivir, porque me limita como ser humano y me genera unas depresiones muy fuertes.
LO+POSITIVO: ¿Tenías noticias de cómo era este tipo de cirugía en Chile antes de operarte?
Paula: Sabía que el cirujano que me atendía no tenía una técnica muy perfecta. Pero no sabía todo lo que iba a implicar con posterioridad: en qué te limitaba como persona la reasignación de sexo, la realidad del cuerpo, cómo se desarrollaba tu vida sexual, cuál era la necesidad de la operación funcional a la hora de seguir haciendo tu vida y manteniendo relaciones sexuales. La importancia de todo esto nadie me lo explicó, porque hay muchos prejuicios, hay muchos tabúes, porque no hay información real.
LO+POSITIVO: Entre las personas que se han sometido a esta cirugía, ¿tampoco se habla?
Paula: No se habla ni de esto ni del orgasmo ni del funcionamiento de la vagina, ni de la lubricación natural.
LO+POSITIVO: ¿Se habla de SIDA?
Paula: De SIDA se habla más.
LO+POSITIVO: ¿En España o en Argentina?
Paula: En Argentina, allí hay menos tabúes que aquí. Aquí hay más tabúes en torno al VIH, por lo menos en el entorno de las personas que cambian su género. Yo particularmente no conozco a nadie que tenga SIDA.
LO+POSITIVO: ¿Qué se dice entre las personas que construyen su género cuando habláis del VIH?
Paula: En mi caso, lo hablo con mis paisanas nada más. Hablamos más desde el sentimiento, de lo emotivo.
LO+POSITIVO: ¿Vivir con VIH ha condicionado que te dediques al trabajo sexual?
Paula: No, más bien porque lo empecé a hacer desde pequeña y era la única forma que tenía de obtener recursos.
LO+POSITIVO: Las personas que trabajan contigo, ¿saben que vives con VIH?
Paula: He trabajado con gente que sabe que tengo VIH y hemos compartido clientes y no pasa nada, porque tomamos los cuidados necesarios. Ahora, cuando se trata del cliente, no se lo digo, porque si no el cliente no querría contratar mis servicios. Entonces yo impongo mi cuidado sobre todas las cosas, hablo de mi cuidado personal porque yo no me siento responsable de la salud de nadie, simplemente de la mía. Cuando me acuesto con alguien no quiero que la persona sepa que yo tengo VIH para que se cuide, sino para que comparta una realidad, para sentirme a mí misma más protegida, inclusive emocionalmente.
LO+POSITIVO: Han pasado ya cinco años desde que te diagnosticaron, ¿cuánto tiempo llevas tomando la medicación?
Paula: Hace 20 días que empecé la medicación. Y estaba muy asustada por tener que empezar, porque siento que es el reconocimiento de la enfermedad, es una decisión muy difícil de tomar.
LO+POSITIVO: ¿Por qué has tenido que empezar?
Paula: Me ha subido la carga viral y me han disminuido las defensas a raíz de la depresión que tengo. Me quería hacer la segunda operación en Ecuador: reuní dinero, pedí un préstamo, negocié con el cirujano, le dije que tenía VIH, me dijo que en Ecuador no estaban obligados a operar a personas con VIH, pero que él me iba a operar igual. Al llegar me atendió otro cirujano que me hizo unos estudios y me dijo que no me iba a operar. El cirujano que me había dicho que sí nunca apareció. Desde entonces estoy intentando sacar fuerzas para seguir adelante, porque emocional y físicamente me siento limitada, porque siento que a pesar de toda la lucha que he hecho en mi vida, todo ha sido en vano, todos los esfuerzos para lograr ser quien quiero ser al final han caído en un saco roto. Y esto me deprime mucho.
LO+POSITIVO: ¿Esto afecta a tu placer?
Paula: Cuando no estás bien mentalmente, afecta también a la parte física. Porque esto no es sólo un cambio de los genitales, es una readecuación porque las terminales nerviosas se redistribuyen en otras zonas, en otras partes del cuerpo que no existían, como es la cavidad vaginal. Entonces es como volver a aprender sobre sexualidad, sobre tu propio cuerpo; pero si los genitales readecuados no están bien hechos, no puedes tener una relación sexual completa ni placentera, como la estabas esperando. Y hay una frustración emocional, creo que no he podido completar el ciclo que empecé, pero no por tener una vagina o por arrepentirme de lo hecho. Si me pones a escoger entre esto y lo anterior, sin dudarlo, mi vagina, que a pesar de no ser perfecta me acerca al sueño que una vez imagine de mí misma. El problema es que no tengo más fuerzas para juntar dinero y volver a hacerme otra operación. Pero ten por seguro que me levantaré y seguiré luchando por sentirme óptima física y emocionalmente, no bajaré los brazos.
LO+POSITIVO: ¿L@s médic@s te dan algún consejo respecto al tratamiento antirretroviral y/o hormonal?
Paula: El médico me recetó unas anticonceptivas que, por lo que veo, ayudan a no deprimirte. Pero me dio un medicamento antirretroviral que, me dijo, no la acentúan. En el caso del endocrino me dijo que tomase unas hormonas, pero me gustaría que encontrase unas que me ayuden a no deprimirme o algo que me ayude a levantar el ánimo.
LO+POSITIVO: ¿Sientes que puedes hablar libremente y resolver todas tus dudas tanto con el endocrino como el inmunólogo?
Paula: Con mi carácter y mi forma de pensar, sí. Lo que pasa es que depende de mí y de cómo expongo la situación.
LO+POSITIVO: ¿L@s médic@s responden a tus preguntas?
Paula: No. La médica, por ejemplo, que me atiende en el Hospital Clínico para el VIH es muy maja y me atiende de puta madre. En cambio, el endocrino me parece un cero patatero, me parece que es una persona que no tiene ni idea de lo que significa real y emocionalmente el cambio de género y las necesidades de las personas. Le expliqué mi problema físico a raíz de la operación que me hicieron y el funcionamiento vaginal y el tío no demostró ningún tipo de interés, porque hay un vacío absoluto en investigaciones en este campo. Después está la psiquiatra que sólo me llama cuando tiene que hacer alguna investigación o estudio, y si yo la llamo porque tengo un problema, no muestra interés real. Me han pasado tal cantidad de casos humillantes donde he sentido tanta prepotencia por parte de l@s médic@s, que una vez le dije a uno que me trató muy mal que si yo le daba asco, que mejor no me tocase, porque me iba a levantar y le iba a dar un par de hostias. Le dije que lo que veía ahí tirado era una persona y que él se comprometió a tratar con personas y yo no tenía la culpa de que me hubieran hecho mal la operación y que si no le gustaba que no me atendiese y se dedicase a otra cosa que no fuese tratar con seres humanos.
LO+POSITIVO: Cuándo tienes dudas o quieres saber algo sobre las hormonas, el VIH u otras enfermedades de transmisión sexual, ¿Adónde o a quién acudes?
Paula: Lo de las hormonas es un tema bastante complicado, así que acudo a compañeras que tengan más experiencia. Generalmente, vamos preguntándonos unas a otras; me parece lo más acertado hasta ahora, porque no hay estudios rigurosos sobre las hormonas en personas que han cambiado de género.
LO+POSITIVO: ¿Y cuándo quieres hablar sobre enfermedades de transmisión sexual?
Paula: Prefiero ir a un colectivo de VIH.
LO+POSITIVO: ¿Puedes hablar libremente en esos lugares sin sentirte prejuzgada?
Paula: Eso también depende de la personalidad de cada una. Soy bastante extrovertida, exigente y se me nota. Eso impone, pero no todas somos iguales. Así que afortunadamente en las ONG nunca me he sentido prejuzgada. Esto no quiere decir que alguien pueda sentirse mal tratad@, los prejuicios existen para tod@s y desde tod@s.
LO+POSITIVO: ¿Crees que hay suficiente información sobre el tema del VIH?
Paula: Hay información, pero no suficiente en el caso de las personas que construimos nuestro género; por ejemplo, sobre la transmisión a través de los fluidos vaginales, yo no sé si puedo transmitir el VIH por la vagina. Como no tengo fluidos, cuando me hacen sexo oral simplemente pienso «tú come tranquilo que total yo no tengo fluidos…».
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