opinión
Hace ya mucho tiempo que quería escribir una carta para que, si tenéis ganas y el testimonio sirve, la publiquéis en el próximo número de vuestra publicación trimestral.
Cuando uno es un ignorante, no es gay, nunca se inyectó drogas, nunca conoció a un portador del VIH ni a ninguna persona con SIDA, y que lo máximo que sabía del SIDA era poco menos que Mercuri, Hudson y algunas celebridades más murieron de esta enfermedad. También este ignorante pensaba que en efecto era muy difícil infectarse teniendo relaciones sexuales con alguna amiga, usando condón frecuentemente y algunas veces no... pero ya sabes, pensaba el ignorante... no soy gay, normalmente uso condón, son amigas no prostitutas y además eso es algo de otro mundo no del mío.Hace un año a este ignorante que les escribe le diagnosticaron VIH.
No hablaré de la angustia vivida, de la depresión, de CD4 ni de carga viral; tampoco hablaré de las interminables horas en internet tratando de encontrar la palabra mágica que esa noche me hiciera dormir: quizá "enfermedad crónica" quizá "CCR5", quizá "vacunas en Fase II". No, les hablaré de cómo vivo mi infección desde un lugar social y profesional donde todo parece más fácil, pero a la vez todo puede ser igual o más difícil.
Tengo 41 años y soy presidente de la operación argentino-chilena de una importante multinacional francesa. Tengo dos hijos de 1 y 3 años (gracias a Dios, sanos, mi mujer también). Tengo a mi cargo 600 personas, poseo una excelente posición económica y paso casi toda la semana de avión en avión y de reunión en reunión, aparezco en los medios económicos del país, televisión, prensa y algunos más específicos de nuestro sector... y tengo VIH.
El miedo a la enfermedad lo tengo, obvio, y algunos días me pega fuerte; pero mi verdadero miedo es un miedo social es el miedo a que se enteren de mi estado serológico al VIH. Parecerá cobarde o ridículo, pero últimamente decliné ir a algunas reuniones o incluso programas de televisión por miedo a que los infectólogos, enfermeras o recepcionistas del centro en el cual me realizo mis controles digan a alguien: «Mira, a este tipo lo conozco, tiene SIDA».
Asimismo, mi entorno familiar me es muy hostil. Un día y a modo de ejercicio en una reunión de amig@s llevé la conversación hacia el tema y los comentarios de estas personas al respecto fueron poco menos que terribles, mordaces y realmente crueles, gente preparada, leída y en principio actualizada. Y así mi miedo se sigue incrementando día a día. En mi círculo incluida mi familia es imposible mencionar el tema (obviamente mi esposa lo sabe).
Una solución, como pidió Koffi Anan, es que aparezcan líderes, gentes capaces de enarbolar la bandera de la enfermedad, personas como nosotr@s positiv@s capaces de enseñar al mundo que tod@s podemos tener la enfermedad y que al igual que un/a drogodependiente, un/a trabajador del sexo, un/a sintecho, también un padre de familia aparentemente exitoso puede tener esta infección. Sería excelente poder pasar la barrera de las tres HHH, empezar a mostrar al mundo que a ti también te puede tocar. pero yo no me animo, es pronto, llevo sólo un año de infección, pero créanme, estoy trabajando para ello, para que un día no sé cuándo, pero más pronto que tarde y cuando esté ante un auditoria repleto de personas hablando de lo exitosa que es nuestra compañía, o mejor cuando esté en un programa de TV hablando de revenues o rentabilidades diré:
«Perdonen algo más antes de irme; quería decirles que a todo lo que admiran de mí, mis éxitos comerciales, mi carisma, mis corbatas de seda, el superdeportivo alemán que conduzco, haber sido elegido por la edición latinoamericana de Newsweek como uno de l@s ejecutiv@s del año, tendrán que añadir algo, es sencillo: desde hace tres años soy seropositivo, pero como saben fueron mis años más intensos y de mayor éxito. Mi familia bien gracias y los chicos siguen preciosos.»
Ojalá les sirva para entender que pasa mucho, pero no pasa nada.
Este ignorante está trabajando para ello, lo prometo, pronto voy a tratar de que much@s salgamos del armario en contra del estigma; que hoy, ya estemos arriba o ya estemos abajo, a tod@s nos toca por igual dar la cara y contar al mundo que al igual que alguien habla de que tiene cáncer, esclerosis, alzhéimer o diabetes, nosotr@s tenemos el derecho de decir que tenemos VIH.
No es fácil, pero si no pasamos esta gran barrera social no habremos avanzado nada, por muchas familias de inhibidores, correceptores o lo que fuere que esté en Fase IIa.
Gracias y abrazos desde el otoño argentino.
Comentar
Nota: No serán publicados los comentarios ofensivos, los que puedan resultar inapropiados para personas de otras confesiones religiosas ni los que contengan datos personales. gTt no se hace responsable de las opiniones publicadas.
No hay comentarios aún ¡Sé el primero en dejar uno!
Enviar un comentario nuevo