en persona
ME LLAMO JOSEBA REKALDE y soy de Oiartzun un pequeño pueblo guipuzcoano próximo a San Sebastián. Voy a cumplir 43 años. Tuve “mi crisis” del VIH en el año 97, coincidiendo más o menos con la llegada de los antirretrovirales. Me llegué a hundir tanto con esta crisis que me dieron invalidez absoluta. En la actualidad soy concejal en mi municipio.
Soy el presidente de una asociación anti-SIDA que se llama Harri-Beltza. Llevamos doce años trabajando en el campo de la prevención y de la atención a l@s afectad@s por VIH/SIDA. Soy miembro fundador. Mi vida se desarrolla en torno a esta asociación que, aunque está ubicada en Oiartzun, actúa en un radio de acción mucho más grande, casi toda la provincia de Guipúzcoa. Gestionar, organizar y hacer que todo funcione me ocupa gran parte del tiempo.
Harri-Beltza está compuesta por unos 12 miembros, entre trabajadores, gestores y voluntari@s, y atiende a entre un@s 30 y 35 afectad@s, que van pululando: gente que se mantiene en el tiempo, gente que viene puntualmente a recibir una serie de servicios, y personas que vienen durante un tiempo, de pronto desaparecen y más tarde reaparecen. Es una asociación modesta, pero constante en su trabajo y un punto de referencia para las personas con VIH de la zona que acuden para recibir servicios o como un simple punto de encuentro.
Activismo a dos bandas
En la última legislatura me presenté como candidato en una lista electoral y salí elegido. Tenía mucho interés en poder gestionar los servicios sociales de mi pueblo. Y lo estoy haciendo.
Soy una persona de un municipio pequeño, abiertamente gay y públicamente seropositiva, y he resultado elegido. Para mí ha sido un reto importante y estoy muy contento. Desde las asociaciones siempre estamos pendientes de la administración, y esto es, en cierta manera, como pasarte al otro lado, lo que te permite contemplar a las ONG desde las instituciones. Ahora estoy situado a ambos lados.
Personalmente, quizá por mi carácter, por mi manera de ser, no he sufrido discriminaciones directas. Por su puesto, siempre existen recelos, gente que te pueda llegar a mirar con prejuicios, pero nadie me ha dicho: «Tú eres un ‘sidoso’ y no vales para esto» o «eres maricón y no puedes acceder a esto». No. Yo milito en una fuerza de izquierdas y se da por supuesto que las reivindicaciones de los derechos humanos es algo muy de izquierdas y quien tenga problemas con todas estas reivindicaciones se lo debería plantear un poquito.
Un poco de historia
Supe sobre mi estado serológico al VIH en una etapa de mi vida en la que vivía en Nueva York, donde me había trasladado como parte de mis proyectos vitales. El hecho de conocer mi seropositividad frustró de alguna manera mi proyecto de vida, de trabajo, y la primera preocupación pasó a ser el VIH. Viví cinco años en la ciudad de los rascacielos, y cuando me di cuenta de que mi tiempo estaba llegando a su fin, decidí volver a mi tierra para preparar mi muerte. Durante esa preparación de la muerte, estuve interviniendo en alguna charla.
Cuando conocí el diagnóstico y supe que me iba a morir antes o después, tuve dos reacciones: una fue la de pasarme mucho, bebiendo, saliendo, disfrutando de la vida a tope, y la otra, de compromiso, de reivindicación, como consecuencia de mi vena militante, reivindicativa. Cuando regresé a Guipúzcoa, me empecé a plantear junto con otra gente preocupada también por el tema la creación de una asociación en mi zona para reivindicar toda una serie de cosas que en aquella época no teníamos.
El hecho de que la asistencia médica para l@s enferm@s del SIDA haya sido más que buena en algunos aspectos ha sido fruto de la reivindicación de las propias personas con VIH. Yo estaba involucrado en aquella necesidad de reivindicar derechos y asistencia a l@s seropositiv@s. La manera para conseguirlo era creando una asociación. Eso fue lo que me impulsó a hacerlo.
Soy una persona de un municipio pequeño, abiertamente gay y públicamente seropositiva, y he resultado elegido. Para mí ha sido un reto importante y estoy muy contento. Desde las asociaciones siempre estamos pendientes de la administración, y esto es, en cierta manera, como pasarte al otro lado, lo que te permite contemplar a las ONG desde las instituciones. Ahora estoy situado a ambos lados. |
El activismo vasco
Euskadi es un país muy complejo. Durante años hemos convivido un montón de asociaciones vascas con un mismo fin, la lucha contra el VIH/SIDA, pero desde objetivos y matices distintos. Consensuar y ponernos de acuerdo nos ha llevado su tiempo, pero al final se ha creado una plataforma que funciona, que ha aparcado las rencillas del pasado y en la que tod@s nos sentimos a gusto. Ha llevado su tiempo, pero ahora tenemos el mecanismo y está yendo fenomenal.
Una de las primeras reivindicaciones de esta plataforma ha sido el tema de la reparación facial y corporal como consecuencia de la lipodistrofia y el tema de la reproducción asistida para parejas serodiscordantes. El resultado ha sido excelente: con una campaña de unos tres o cuatro meses hemos logrado que la consejería de sanidad vasca incluya dentro de sus prestaciones ambas cosas. Esto nos ha hecho darnos cuenta de que la unión hace la fuerza, y que tenemos que aparcar nuestras diferencias, que pueden ser enriquecedoras, y verlas desde el aspecto positivo y no negativo. Y seguir trabajando para mantener esta coordinación.
Participar en SEISIDA
Una vez que te metes en el activismo del VIH/SIDA, existe una serie de congresos y citas a las que intentas acudir. Estos congresos siempre los veo bajo dos aspectos, el científico y el humano, y aquí se trabajan ambas cosas: te enteras de las novedades, programas, tratamientos, y al mismo tiempo te permite encontrarte con la gente que conoces.
Yo no me siento capacitado para decirte qué cambiaría. SEISIDA es suficientemente grande para que cada un@ pueda picar lo que más le gusta. A todo no puedes asistir. Aunque SEISIDA tiene un tamaño correcto. Te puedes hacer un menú a la carta.
Yo que no soy investigador, ni médico, ni pertenezco a la industria farmacéutica nunca me he sentido desplazado. Existen foros para nosotr@s, espacios donde nos encontramos. En la sesión de inauguración hubo una parte de activismo, en cuyo discurso te podías sentir más o menos representad@, pero en cualquier caso tuvo su espacio.
Es evidente que algunos SEISIDA han sido más importantes y determinantes para nuestro colectivo. Las grandes noticias que se produjeron en los años 96 y 97 ya tuvieron su momento. Quizá ahora estamos en un período de pocos avances, pero, bueno… van apareciendo nuevas familias de fármacos, y en fin, algo positivo debe salir para el colectivo VIH de todo esto.
Cuestión de derechos
Si tuviera que listar algunas de las reivindicaciones de la comunidad, yo señalaría desde un principio que la prevención fuese integral. Que existiese una buena red de prevención integral que nos librara del infierno de la infección. Que se invirtiese en asistencia, en avances médicos. Y por supuesto que se pudiese conseguir una vacuna.
También se debería, por fin, abordar seriamente el tema de la sexualidad. Que en las aulas en las escuelas se hablase de sexo y se hiciese prevención para no tener que poner luego parches por todos lados.
También me gustaría, lo que en sí es un reto, que el colectivo comenzásemos a denunciar la marginación, la pobreza que se está extendiendo a ciertos sectores de población que viven con VIH: el mercado laboral está muy mal, el estigma es horrible y la discriminación muy fuerte. Se tienen que salvaguardar los derechos de las personas con VIH con políticas activas en el mundo laboral, por ejemplo con reinserción laboral y social de estas personas.
El SIDA y el colectivo GLTB
Milito también en una asociación de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales (GLTB) del País Vasco que se llama Gehitu, en la que presido la comisión de salud y SIDA. Esta comisión funciona desde hace cinco o seis años, pero no ha sido hasta este año que ha dejado de ser una comisión sin importancia, a la que se le ha prestado muy poca atención durante este tiempo. Yo, que supe de mi seropositividad en EE UU, donde la lucha y el activismo en el campo del VIH la llevaba mayoritariamente el colectivo GLTB, cuando regresé a Euskadi me sorprendió la poca implicación de este colectivo en la lucha contra el SIDA.
Una de las razones por la que el VIH se está incrementado dentro de la comunidad gay es por la poca implicación del propio colectivo. Hace seis meses nos convocó el Plan Nacional sobre el SIDA (PNS) a unas jornadas sobre la situación de la infección por VIH entre los hombres que practican sexo con hombres. Nos presentaron los críticos resultados del avance de la pandemia en este colectivo y se confirmaron todas mis sospechas y miedos.
Me planté ante la Junta Directiva de Gehitu y les dije que está muy bien que ahora nos podamos casar y tener un montón de derechos más, pero que si no teníamos salud, poco uso íbamos a poder hacer de esos derechos que hemos reivindicado; y también les dije que era necesario que el colectivo GLTB abanderara y empezara a tomarse en serio su salud sexual.
Surgió efecto y desde hace seis meses tenemos una comisión de salud y SIDA más reforzada. Somos seis personas trabajando en esta comisión, y hemos puesto en marcha varios servicios y reforzados otros que ya estaban. En definitiva, seguir trabajando sobre todo concienciando al propio colectivo de la importancia de que nosotr@s mism@s nos hagamos cargo de nuestra salud sexual.
Fuera de la militancia GLTB, el tema del VIH/SIDA en el ambiente gay que yo he vivido en Euskadi se ha tratado con discriminación. He podido oír comentarios del tipo: «No me hables de esto ahora que estamos tomando unas copas» o «No me hables de aquél, si está enfermo, porque me vas a joder la noche, ahora que me lo estoy pasando bien.» Ha sido una incomprensión total; esta actitud ha hecho un flaco favor a la causa y a la salud de muchos y muchos gay que se han ido infectado, por el hecho de no querer hablar, por no evidenciar la situación.
En la próxima celebración del día del orgullo gay, tendríamos que coger la bandera del SIDA que es totalmente nuestra; que viene de la historia del colectivo GLTB, que se ha hecho en todos los países, y aquí no; está en juego nuestra salud, la salud del colectivo. Sin salud, no podremos disfrutar de todos nuestros derechos adquiridos. Si nos gusta nuestro estilo de vida, la promiscuidad, y todo esto que forma parte de nuestra ‘cultura’ gay, para disfrutarlo, hay que tener buena salud. Hay que saber mantener unas buenas prácticas de salud. Y el colectivo GLTB tiene que incorporar estos mensajes en sus reivindicaciones.
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