La organización Stop Sida describe el perfil y las necesidades de los hombres gais que practican ChemSex

Jordi Piqué
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El enfoque basado en la reducción de riesgos y daños asociados al consumo de drogas en un contexto sexual es la piedra angular del servicio ChemSex Support puesto en marcha en 2015 por la entidad catalana

La semana pasada fue presentada en Barcelona la nueva campaña (chemsex.info) de la organización Stop Sida dirigida a la reducción de riesgos y daños asociados al ChemSex. Asimismo, se dieron a conocer los resultados de un estudio cualitativo y del análisis de las personas atendidas en ChemSex Support, un servicio que, desde 2015, ofrece atención social, psicológica y asesoramiento a hombres gais y bisexuales que practican ChemSex.

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El Chemsex podría definirse como el uso intencionado de drogas para mantener relaciones sexuales por un período largo de tiempo (desde varias horas hasta varios días). Esta práctica se ha asociado a determinados riesgos, como, por ejemplo, consumos desadaptativos o problemáticos de sustancias, problemas de salud mental y un incremento del riesgo del VIH y otras ITS, entre ellas la hepatitis C. Todavía se desconoce la magnitud del fenómeno en España; no obstante, algunas ciudades como Barcelona y Madrid han declarado el ChemSex como un problema de salud pública y su abordaje ha sido incluido entre los planes de acción de drogas.

La organización Stop Sida defiende el papel de las organizaciones comunitarias para dar una respuesta eficaz a un problema como el ChemSex que requiere un abordaje integral. La atención del ChemSex desde las organizaciones comunitarias ha de coordinarse con otros recursos existentes de la red sanitaria, como es el caso de los centros de atención a las drogodependencias, las unidades de salud mental o las unidades hospitalarias del VIH. “Con muy pocos recursos se han organizado servicios de atención psico-social y prevención a nivel comunitario (como en nuestro caso el ChemSex Support), creando circuitos específicos de derivación directa con otros dispositivos sanitararios”, ha declarado a La Noticia del Día Jean-Sebastiane Meyer, presidente de Stop Sida. El Sr. Meyer confía en que el nuevo Plan de Acción de Drogas de Barcelona promueva y facilite estos circuitos desde el propio Ayuntamiento, y que se reconozca la experiencia y metodología del ámbito comunitario en el abordaje de una problemática tan compleja como el ChemSex, una vez demostrada la eficacia de los servicios comunitarios en el abordaje de este fenómeno.

Durante la jornada se dieron a conocer los resultados del estudio cualitativo “Consumo de Drogas y su relación con el sexo: Escuchando las voces de un grupo de hombres gais y bisexuales de la ciudad de Barcelona que practican ChemSex”, una investigación promovida por Stop Sida en colaboración con el Centro de Estudis Epidemiológics sobre ITS i Sida de Cataluña (CEEISCAT) y la Subdirección General de Drogodependencias de la Agencia de Salud Pública de Catalunya (ASPB).

El objetivo del estudio fue proponer una serie de recomendaciones para el desarrollo de acciones orientadas a entender, abordar y tratar el consumo de drogas asociado al sexo según las necesidades de los propios consumidores.

En el estudio se incluyeron 26 hombres que participaron a través de entrevistas individuales. Los participantes se seleccionaron a través de diferentes fuentes de captación: locales de ocio gay donde se practica sexo (sauna gay), páginas de contacto gay en internet y aplicaciones geosociales de teléfonos móviles, redes sociales y sexuales de los propios entrevistados (técnica de “la bola de nieve”), terceras personas y la Unidad del VIH del Hospital Clínic de Barcelona. Las entrevistas se realizaron entre noviembre del 2015 y marzo del 2016.

Los participantes tuvieron las siguientes características sociodemográficas: tenían edades comprendidas entre los 23 y 55 años (edad promedio: 38 años); el 35% fue de origen extranjero (la mayoría latinoamericano); el 80% tenía estudios de formación profesional o estudios superiores, el 80% manifestó que ganaba más de 1.000 euros mensuales; el 19% se encontraba sin empleo en el momento de hacer la entrevista; el 46% fueron hombres con el VIH; y el 12% de los entrevistados ejercía el trabajo sexual.

Los principales hallazgos del estudio fueron los siguientes: La mitad de los entrevistados indicó que empezó a consumir drogas antes de los 21 años de edad. Los hombres que se iniciaron antes de esa edad empezaron consumiendo marihuana y los que lo hicieron en edad adulta, tomaron cocaína y/o éxtasis. En la mayoría de entrevistados, los primeros consumos de drogas fueron no buscados, es decir, por invitación de otros. La mayoría de ellos afirmó que su primer consumo de drogas ocurrió en espacios ligados al mundo de la noche gay (por ejemplo, discotecas).

Todos los entrevistados eran policonsumidores (consumían dos o más drogas). Las drogas que más consumieron fueron: metanfetamina, cocaína, éxtasis y GHB. Varios de ellos, asimismo, indicaron utilizar medicamentos sin prescripción médica (por lo general, ansiolíticos) para conciliar el sueño después del consumo. La mitad de los entrevistados mencionó que solía consumir drogas con una frecuencia mensual de cuatro veces o más, siendo la última vez entre 1 y 4 días previos a la entrevista. El gasto mensual al mes para la compra de drogas fue de 220 euros o más.

Las drogas más frecuentes para tener sexo fueron: GHB, cocaína, éxtasis, metanfetamina y ketamina.

Entre los motivos paras consumir drogas con fines sexuales indicaron los siguientes: intensificar o potenciar el placer; desinhibirse sexualmente; facilitar ciertas prácticas que de otra forma podrían ser incómodas o dolorosas (por ejemplo, fisting); aguantar físicamente más tiempo (para alargar una sesión de sexo); mejorar el encuentro sexual (retardar la eyaculación); buscar momentos de intimidad emocional; construir un clima positivo con otros; acceder a espacios estimulantes sexualmente (por ejemplo, sexo en grupo). Además de estos motivos, también mencionaron otros no ligados con la situación sexual: lidiar con momentos complicados con un efecto emocional intenso (por ejemplo, estar en paro, ruptura sentimental); la pérdida de un ser querido; una situación psicológica personal (por ejemplo, baja autoestima); escapar a la soledad, etc.

Una gran parte de los entrevistados señaló tener una vida sexual muy activa (2-3 veces por semana). Muchos también mencionaron el sexo como un aspecto fundamental en su vida. Casi todos señalaron estar satisfechos con su vida sexual. Los que declararon estar completamente satisfechos con su vida sexual fueron varios hombres con el VIH.

Una gran parte de los entrevistados indicó que podían tener sexo sin consumir sustancias, pero muy pocos declararon tener un mejor sexo sin estar bajo los efectos de las drogas. Las principales diferencias mencionadas entre sexo sin sustancias y el sexo con drogas fueron: que el acto sexual es mucho más corto sin sustancias; el aspecto afectivo o emocional suele estar desligado cuando se tiene sexo bajo el consumo de drogas; y el sexo sin sustancias fue descrito como más racional, más consciente.

Casi dos tercios de los entrevistados estaban preocupados por su consumo de drogas y casi la tercera parte percibía encontrarse en riesgo de comenzar a tener problemas con él. Un consumo problemático fue entendido principalmente por la frecuencia (consumo regular), consumo fuera de fines de semana, consumo en solitario, uso inyectado de drogas y/o solo poder tener sexo consumiendo drogas. Según la percepción de los entrevistados, el consumo problemático está ocurriendo con el uso de la metanfetamina y la cocaína, aunque en menor medida también puede darse con el GHB, la ketamina y el speed.

El 85% de los entrevistados indicó no usar preservativo nunca o emplearlo de modo inconsistente. La mayoría manifestó actitudes negativas hacia el uso del condón debido a que puede llevar a perder la erección o interfiere con el placer sexual.

De los 26 hombres entrevistados, 12 declararon tener el VIH, con un tiempo de diagnóstico que varió de los 8 meses a los 11 años. La mayoría de los entrevistados con el VIH determinó que se infectó por prácticas de penetración anal sin condón con parejas sexuales ocasionales, estableciendo además una relación directa entre el consumo de drogas y haberse infectado por el VIH.
Vivir con el VIH, en general, ha llevado a que todos dejen de usar el preservativo pues ya no existe el menor riesgo percibido que es adquirir la infección. Casi todos los entrevistados indicaron estar en tratamiento antirretroviral y tener carga viral indetectable. Todos declararon ser muy cuidadosos con tomar la medicación cuando hacen ChemSex. Varios de ellos intuían que el consumo de drogas y los antirretrovirales no son compatibles, pero no sabían con exactitud la magnitud de las interacciones.

A pesar de que no se puede afirmar que exista una relación directa entre ChemSex y el VIH, los datos del estudio parecen mostrar que sí hay una asociación. La mayoría de los entrevistados con el VIH determinó que se infectó por prácticas de sexo anal sin preservativo con parejas ocasionales, estableciendo además una relación directa entre el consumo de drogas y haberse infectado por el VIH. Por otra parte, el potencial impacto del ChemSex sobre la terapia antirretroviral y la salud es algo que se conoce pero que no se tiene muy presente.

Entre las recomendaciones que se derivan del estudio cualitativo se incluyen, el abordaje del chemsex desde una perspectiva de salud integral, bienestar y reducción de riesgos. Las intervenciones deben de incidir en los distintos niveles ecológicos (p. ej., individual, interpersonal, comunitario, social, etc.). en los cuales los hombres que lo practican hacen sus vidas.

Por los potenciales daños para la salud física y mental, se necesita con urgencia desarrollar programas de reducción de riesgos asociados al Chemsex. Entre aquellos hombres que no desean dejar de consumir drogas durante el sexo, se debe promover el ‘consumo seguro’. Cualquier intervención preventiva del ChemSex debe estar basada en entender los aspectos socioculturales que han propiciado la emergencia de este fenómeno y recoger las necesidades de la población que lo practica.

Las campañas de prevención del consumo de drogas deben incidir en los hombres gais, bisexuales y otros HSH más jóvenes, dado que muchos de ellos podrían estar iniciándose, al mismo tiempo, en la vivencia de su sexualidad, el consumo de drogas y el consiguiente riesgo de infectarse prontamente por el VIH.

Ante la falta de respuesta adaptada a las necesidades de los usuarios de chemsex, Stop Sida puso en macha a finales de 2015 el servicio ChemSex Support, desarrollado casi en exclusiva con fondos propios. Este servicio se centra en las necesidades que puedan tener los usuarios, ofrece atención psicosocial personalizada, de forma confidencial y gratuita. Este servicio es pionero en España y es la primera respuesta que se da desde la comunidad LGTB+ al fenómeno del ChemSex.

El servicio ha atendido a 60 personas, todas ellas hombres gais y bisexuales. Se les realizó una entrevista personal semiestructurada en la que se recogieron una serie de datos para identificar las áreas afectadas por el consumo de drogas, y hacer informes sobre las necesidades biopsicosociales y el perfil de consumo.

Cerca de la mitad de los usuarios están en una franja de edad entre 30-39 años. El 40% son de origen español, el 19% del resto de Europa y el 41 es de origen latinoamericano.

Más de la mitad de los usuarios del servicio (53%) han tenido pareja afectiva los últimos 12 meses. El 27% de los participantes del estudio declararon haber tenido pareja afectiva en el último año.

En cuanto al nivel de estudios, el 47% de los usuarios del servicio tienen estudios universitarios. Respecto a la situación laboral, un 17% están en situación de desempleo.

Por lo que se refiere al patrón de droga consumida, los usuarios del ChemSex Support eran policonsumidores (consumían dos o más drogas). Las drogas que más se consumían fueron: metanfetamina (49 usuarios), GBL/GHB (47 usuarios), popper (42 usuarios), viagra (42), cocaína (40), éxtasis (36) y mefedrona (35). La mitad de los usuarios tenían una frecuencia de consumo de una vez por semana, y el 46% informaban de una duración de las sesiones de ChemSex superior a 48 horas.

En cuanto a la duración de las sesiones de Chemsex, esta fue variable siendo de 48 horas en un 21% de las personas atendidas.

De los 60 usuarios del servicio, 39 (65%) de ellos tenían el VIH y todos estaban en tratamiento antirretroviral.

Es un desafío sensibilizar a las administraciones para la adaptación de los servicios de atención a las drogodependencias a las necesidades de las personas que practican ChemSex, y crear acuerdos y alianzas entre las administraciones y las organizaciones comunitarias para que se pueda garantizar este tipo de respuesta al fenómeno. La consideración del ChemSex como un problema de salud pública puede allanar el camino.

Fuente: Stop Sida /  Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencias: Fernández-Dávila P. Consumo de drogas y su relación con el sexo: Escuchando las voces de un grupo de hombres gais y bisexuales de la ciudad de Barcelona que practican ChemSex. Resumen ejecutivo. Stop Sida y Centre d’Estudis Epidemiològics sobre ITS i Sida de Catalunya (CEEISCAT). Barcelona, julio 2017.
Chemsex Support: Una respuesta desde y para la comunidad LGTB+. Stop Sida. Barcelona, noviembre 2017.

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