Practicar ejercicios de fuerza mejoraría los síntomas de la neuropatía periférica en personas con el VIH

Francesc Martínez
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Se observarían mejoras significativas en el equilibrio y la capacidad de desplazamiento

Un estudio sudafricano publicado en South African Journal of HIV Medicine ha sugerido que la realización de ejercicios de fuerza de intensidad moderada de los músculos de las piernas aumentaría la movilidad y estabilidad en personas con el VIH y neuropatía periférica.

La neuropatía periférica es una afección frecuente asociada al VIH que consiste en un conjunto de síntomas causados por daños en los nervios que se encuentran fuera del cerebro y la médula espinal, afectando a pies y manos y también a piernas y brazos. Estos nervios distantes se llaman nervios periféricos y son los que conducen las sensaciones (una sensación en diferentes partes del cuerpo) al cerebro y controlan el movimiento de los brazos y las piernas. También controlan la vejiga y los intestinos. Los síntomas de la neuropatía periférica pueden ser leves, en forma de hormigueo y entumecimiento, o pueden incluir dificultades para caminar y dolor intenso. Se pueden producir múltiples tipos de daños, lo que dificulta determinar los factores que causan esta afección. El dolor crónico y la discapacidad resultantes pueden empeorar la calidad de vida y la capacidad funcional de las personas.

Diversos estudios en todo el mundo han abordado la problemática de la neuropatía periférica en personas con el VIH por su importante prevalencia (véase La Noticia de Día 09/07/2021), consecuencia, entre otros factores, del uso de algunos antirretrovirales de primera generación tales como didanosina (Videx®), zalcitabina (Hivid®) o estavudina (Zerit®).

Para arrojar un poco más de luz a este asunto, un equipo de investigadores sudafricanos diseñó un estudio en el que contaron con la participación de 102 personas con el VIH y neuropatía periférica para evaluar el impacto del ejercicio de fuerza sobre su sintomatología.

La mediana de la edad de los participantes era de 36 años, el 55% eran mujeres y el 91% reportaron tener un estado de salud malo o muy malo. Todos se encontraban en tratamiento antirretroviral. La mayoría no desarrollaron la neuropatía hasta el inicio del tratamiento y fue frecuente que esta se comenzara a desarrollar un año después del inicio de la terapia antirretroviral. El 16% de los participantes llevaba un mínimo de siete años en tratamiento antirretroviral, lo que apunta que estas personas estuvieron expuestas a los antirretrovirales de primera generación frecuentemente asociados a la neuropatía. Sin embargo, hasta un 61% de los participantes manifestaron haber iniciado el tratamiento entre 4 y 6 años atrás, cuando dichos tratamientos ya no se prescribían de forma extensiva.

En el momento de la entrada al estudio, los investigadores propusieron a los participantes realizar determinadas actividades habituales tales como levantarse de la silla o caminar durante 6 minutos.

Los participantes fueron distribuidos aleatoriamente en dos grupos: uno realizó 12 semanas de ejercicios de fuerza para fortalecer glúteos y músculos de las piernas con maquinaria de gimnasio aumentando la carga de forma progresiva, mientras que al otro grupo no se le sugirió ningún tipo de entrenamiento.

A las 6 y a las 12 semanas de iniciar el programa, los participantes de ambos grupos volvieron a realizar las mismas pruebas iniciales.

Tras seis semanas de entrenamiento, las personas del grupo que realizaba ejercicio de fuerza experimentaron un aumento de 2 puntos en las medidas de equilibrio y de un punto en las medidas de desplazamiento (mediciones realizadas según la escala validada Tinetti para la Evaluación del Desempeño de la Movilidad). A las 12 semanas, el aumento a nivel de equilibrio había sido de 5 puntos y la mejora del desplazamiento había sido de una mediana de 3 puntos. Las personas del grupo control no experimentaron cambios destacables (solo una disminución de un punto en la evaluación del equilibrio). Las diferencias entre ambos grupos fueron estadísticamente significativas.

Los resultados del presente estudio, a pesar de limitaciones tales como no saber si algunas personas realizaban otro tipo de ejercicio –como por ejemplo de resistencia– o las dificultades que el dolor conllevaba para la realización de ejercicios, evidencian que el ejercicio de fuerza puede ser una buena herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas con el VIH y neuropatía periférica. Ante la actual irreversibilidad de dicha condición neuropática, intervenciones como la evaluada en el presente estudio son las únicas disponibles para poder mejorar sus consecuencias y es, por ello, importante que se lleven a cabo estudios como el presente, además de seguir investigando nuevas estrategias terapéuticas.

Fuente:POZ / Elaboración propia (gTt-VIH).

Referencia:Yakasai AM, Maharaj S, Danazumi MS. Strength exercise for balance and gait in HIV-associated distal symmetrical polyneuropathy: A randomised controlled trial. South Afr J HIV Med. 2021;22(1):1268. Published 2021 Oct 5. doi:10.4102/sajhivmed.v22i1.1268.

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