Glasgow 2010: Déficit de vitamina D en personas con VIH

Juanse Hernández
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La cohorte EuroSIDA asocia dicha carencia a una mayor progresión de la infección y a muerte

Según los resultados de un estudio realizado por investigadores de la cohorte EuroSIDA y que fueron presentados la semana pasada en Glasgow (Escocia, Reino Unido) durante el X Congreso Internacional sobre Terapia Farmacológica en la Infección por VIH, las personas con VIH que presentan déficit de vitamina D tienen un riesgo más elevado de desarrollar una nueva enfermedad asociada a sida o de fallecer por cualquier causa que aquellos pacientes con valores normales de dicha vitamina. Además, la relación se mantuvo en el análisis tras descartar toda una serie de factores que pudieran pronosticar la falta de esta vitamina en personas con VIH.

Es sabido que la vitamina D, aparte de ser esencial para la salud ósea, tiene una función reguladora del sistema inmunitario. Niveles bajos de esta vitamina han sido asociados con recuentos bajos de células CD4, un sistema inmunitario activado de manera anómala y la progresión de la infección por VIH. El déficit de vitamina D puede deberse a múltiples causas, entre las que destacan el envejecimiento, una baja exposición a la luz del sol o una dieta poco equilibrada. Ahora, cada vez son más los indicios que vinculan la propia infección por VIH o su tratamiento con la carencia de vitamina D (véase La Noticia del Día 17/12/08).

Con el fin de arrojar un poco más de luz sobre este asunto, los investigadores de la cohorte EuroSIDA quisieron examinar la asociación entre el nivel de 25-hidroxi-vitamina D [25(OH)D] y la progresión de la enfermedad en 2.000 pacientes incluidos en dicha cohorte. Un único laboratorio midió los niveles de vitamina D en 1.985 muestras de plasma, que fueron  clasificadas por los investigadores según el nivel de vitamina D contenida en terciles: el tercil inferior [niveles de 25(OH)D por debajo de 12 ng/mL] englobó a 714 personas; el tercil intermedio [niveles entre 12,1 y 20 ng/mL), a 622 participantes, y el tercil superior [niveles por encima de  20 ng/mL], a 649.

La mediana de edad fue similar en los terciles (39,3 años en el inferior; 38,1 en el intermedio; y 38,0 en el superior; p= 0,19), así como el recuento de CD4 (356 células/mm3 en el inferior; 376 células/mm3 en el intermedio; y 360 células/mm3 en el superior; p= 0,13) y el nivel de carga viral (2,5log en el inferior; 2,6log en el intermedio; y 2,6log en el superior; p= 0,36)

La mediana de mes de la extracción de la muestra fue febrero de 2002 en el tercil inferior, noviembre de 2001 en el intermedio, y septiembre de 1999 en el superior (p <0,0001). El tercil inferior tuvo una proporción significativamente más baja de incluir a personas blancas (81,9% frente a 87,8% en el intermedio y 90,6% en el superior; p<0,001) y a hombres que practican sexo con otros hombres (HSH; 35,3% frente a 44,4% en el intermedio y 45,9% en el superior; p= 0,0022).

Un análisis multivariable identificó varios factores asociados de forma independiente con niveles de 25(OH)D en el tercil inferior (es decir, con déficit de vitamina D), entre los cuales se incluyeron: etnia no blanca (cociente de probabilidades [CR]: 1,60; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,19 – 2,15; p= 0,0017), cada 10 años adicionales de edad (CR: 1,12; IC95%: 1,01 – 1,24; p= 0,035), muestra tomada durante la primavera (momento en que los niveles podrían ser bajos como consecuencia de la escasa exposición al sol durante el invierno) y vivir en el centro o el norte de Europa. En comparación con los HSH con VIH, las personas infectadas por vía heterosexual tuvieron un riesgo un 51% más alto de estar incluidas en el tercil inferior (CR: 1,51; IC95%: 1,18 – 1,92; p= 0,001), y aquéllas infectadas por el uso de drogas, un riesgo un 65% mayor (CR: 1,65; IC95%: 1,26 – 2,15; p= 0,0003).

Los responsables del estudio establecieron un modelo multivariable para predecir el impacto de los niveles bajos de vitamina D sobre el riesgo de progresión a sida, de desarrollar una enfermedad no asociada a dicho síndrome, o de muerte, teniendo en cuenta el sexo, el origen étnico, la vía de adquisición del VIH, la región de Europa, el estado serológico frente a los virus de la hepatitis B y/o C, un diagnóstico de sida anterior, la exposición a los medicamentos antirretrovirales, la edad, el recuento de CD4 (nadir y actual), la carga viral, la fecha de extracción de la muestra (y estación del año) en que se midió los niveles de vitamina D, y la fecha de incorporación a la cohorte EuroSIDA.

En comparación con las personas incluidas en el tercil inferior, aquéllas que estaban en el intermedio y el superior tuvieron un riesgo más reducido de fallecer por cualquier causa (cociente de la tasa de incidencia [CTI]: 0,68 en el tercil intermedio; p= 0,045; y CTI: 0,56 en el tercil superior; p= 0,0039) así como de desarrollar una nueva enfermedad asociada a sida (CTI: 0,58 en el tercil intermedio; p= 0,0086; y CTI: 0,61 en el tercil superior; p= 0,020). Sin embargo, no se observó un riesgo menor de desarrollar nuevas enfermedades no vinculadas a sida.

Durante el seguimiento, murieron 48 personas por causas asociadas a sida y 112, por causas no asociadas a dicho síndrome. Al repetir el análisis multivariable teniendo en cuenta la causa del fallecimiento, los investigadores hallaron que las personas en el tercil superior, y por consiguiente con niveles más elevados de vitamina D, tenían un riesgo un 40% más reducido de muerte no asociada a sida que las personas incluidas en el tercil inferior (CTI: 0,60; IC95%: 0,37 – 0,098; p= 0,043). No obstante, el estar incluido en el tercil superior no tuvo un impacto significativo sobre la mortalidad asociada a sida. Por otro lado, hallarse en el tercil intermedio no afectó de forma significativa al riesgo de morir por causas relacionadas o no a sida.

A pesar de que los investigadores reconocen que los resultados están limitados por la naturaleza observacional del análisis y por el hecho de contar con una sola medición de vitamina D, concluyen que el déficit de esta vitamina es frecuente en personas con VIH y se asocia de forma independiente con una variedad de resultados, que se reflejan en un mayor riesgo de mortalidad y enfermedades asociadas a sida. Asimismo, abogan por la realización de estudios que evalúen estrategias terapéuticas para corregir la falta de vitamina D en personas con VIH y que permitan entender mejor los mecanismos fisiopatológicos que subyacen tras estos hallazgos.

Fuente: NATAP / Elaboración propia.
Referencia: Viard JP, Souberbielle JC, Kirk O, et al. Vitamin D and clinical disease progression in HIV infection: results from the EuroSIDA study. Tenth International Congress on Drug Therapy in HIV Infection. November 7-11, 2010. Glasgow. Abstract O413.

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