El uso de una combinación de dos anticuerpos retrasaría el rebote del VIH en ausencia de tratamiento antirretroviral

Francesc Martínez
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Sin embargo, la estrategia no lograría evitar que el desarrollo de dicho rebote

Un estudio publicado en Nature ha concluido que recibir múltiples dosis de una combinación de anticuerpos ampliamente neutralizantes sería un estrategia segura y capaz de retrasar el rebote del VIH en ausencia de tratamiento antirretroviral, pero no de evitar su desarrollo. La combinación también permitiría reducir el tamaño del reservorio del VIH en el organismo. De las 17 personas con el VIH que siguieron esta estrategia en ausencia de tratamiento antirretroviral, 13 mantuvieron la supresión virológica durante un mínimo de 20 semanas. Dos personas lograron mantener dicha supresión durante más de un año.

Los anticuerpos pueden unirse y neutralizar partículas virales, impidiendo, de ese modo, que sean capaces de infectar a otras células y perpetuarse. Aquellos anticuerpos capaces de unirse y neutralizar numerosas cepas del VIH diferentes se conocen bajo el nombre de anticuerpos ampliamente neutralizantes. Hasta la fecha, dichos anticuerpos han sido investigados dentro de terapias encaminadas a hallar la curación del VIH e incluso en estrategias preventivas, aunque los resultados –en ocasiones prometedores– nunca han sido todo lo satisfactorios que cabría esperar (véase La Noticia del Día 01/02/2021).

Una de las principales barreras para lograr la curación del VIH es la presencia de reservorios latentes, células en las que el VIH permanece escondido en el núcleo sin manifestarse y desde las que relanza su replicación una vez se interrumpe el tratamiento antirretroviral. Por ello, las únicas estrategias de curación con potencial funcionalidad serían aquellas capaces de eliminar los reservorios.

Investigar el uso de los anticuerpos ampliamente neutralizantes utilizados en el presente estudio (conocidos como 3BNC117 y 10-1074) para eliminar los reservorios del VIH no es una completa novedad, ya que algunos estudios ya siguieron esta estrategia de forma exitosa en simios (un modelo animal útil pero cuyos resultados no siempre son extrapolables a humanos) e incluso en humanos, donde logró un retraso en el rebrote virológico.

El presente ensayo clínico de fase 1b se diseñó principalmente para evaluar la seguridad de administrar 7 veces en un periodo de 20 semanas la combinación de los dos anticuerpos, además de para establecer si dicha estrategia afectaba a la supresión virológica o al tamaño del reservorio latente de VIH.

Un total de 26 personas (3 de las cuales eran mujeres cis y una era mujer trans) participaron en el estudio. La composición étnica era diversa y las personas tenían edades comprendidas entre los 26 y los 60 años. Todas ellas habían estado previamente en terapia antirretroviral estable y efectiva.

Durante 20 semanas, los participantes recibieron 7 infusiones de los dos anticuerpos investigados y fueron seguidos durante 28 semanas tras la última infusión. Las primeras tres infusiones se administraron cada dos semanas y el resto cada 4 semanas.

Dieciocho participantes –el grupo 1 del estudio– interrumpieron el tratamiento antirretroviral dos días después de la primera infusión, mientras que 8 –el grupo 2– lo interrumpieron 6 semanas después de la última infusión. Una persona del grupo 1 fue excluida del análisis por haber reiniciado el tratamiento antirretroviral antes de experimentar rebote virológico.

En cuatro de las 17 personas del grupo 1 que finalmente fueron incluidas en el análisis, el rebote virológico se produjo entre la tercera o cuarta dosis administrada, mientras que en 13 de ellas la supresión virológica se mantuvo durante –como mínimo- las 20 semanas de duración de la parte del estudio con administración de anticuerpos.

En 11 de 13 personas el rebote virológico se produjo entre la semana 21 y la 48 del estudio, mientras que en dos de ellas dicho rebote no se produjo antes del límite de seguimiento inicialmente establecido en 48 semanas. Una de estas personas –con un gen compatible con el hecho de tratarse de un controlador de élite– se perdió en el seguimiento, mientras que la otra sigue indetectable dos años después de la interrupción del tratamiento (probablemente con una configuración genética compatible con cierta capacidad de lenta progresión de la infección o controladora de élite, aunque en este caso no se ha proporcionado información al respecto).

En el grupo 2, la mediana del tiempo hasta el rebote virológico fue de siete semanas tras la interrupción del tratamiento antirretroviral, lo que no arrojó diferencias significativas respecto al grupo 1.

Los análisis de sensibilidad del VIH de cada participante a los anticuerpos realizados a posteriori evidenciaron que de haberse realizado antes de la inclusión de los participantes, 14 de los 17 integrantes del grupo 1 habrían sido excluidos por falta de sensibilidad. Los investigadores apuntaron que probablemente dichas pruebas de sensibilidad tengan poca capacidad de predicción en el caso de la estrategia terapéutica evaluada.

Al evaluar la acción de los anticuerpos sobre los reservorios latentes, los investigadores observaron que, mientras que la porción defectiva del reservorio –supuestamente inocua por ser incapaz de producir partículas virales viables– no se vio alterada, la porción intacta de reservorio –que sí es capaz de generar un rebote virológico– se vio reducida una mediana del 46% en los dos grupos, aunque sin alcanzar un valor que pudiera ser considerado estadísticamente significativo-.

En estudios previos se había concluido que para el retraso en el rebote virológico eran necesarias reducciones mucho más grandes en los reservorios que las observadas en el presente estudio, por lo que los resultados del presente estudio no se acabaron de corresponder con dichos hallazgos previos.

De los 90 casos de eventos adversos detectados, 25 fueron relacionados por los investigadores con los anticuerpos evaluados. Todos ellos fueron de intensidad leve. Los más frecuentes fueron dolor de cabeza, inflamación en el punto de inyección y fatiga.

Al restablecer el tratamiento antirretroviral, los integrantes del grupo 1 precisaron de 8 semanas para volver a tener carga viral indetectable, mientras que los del grupo 2 precisaron de 6 semanas para obtenerla.

El presente estudio apunta a cierta utilidad de los anticuerpos evaluados en el camino hacia la cura funcional de la infección por el VIH emprendido ya hace algunos años por la comunidad de investigadores que trabajan en este ámbito. Incluso teniendo en cuenta que no consiguen por sí solos resolver la infección, su capacidad para reducir reservorios y retrasar el rebote virológico podrían permitirles jugar algún papel en una futura combinación de estrategias que acabe consiguiendo, como mínimo, la esperada cura funcional.

Fuente: Aidsmap / Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia: Gaelber C. et al. Prolonged viral suppression with anti-HIV-1 antibody therapy. Nature, online ahead of print 13 April 22 (open access). doi.org/10.1038/s41586-022-04597-1

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