Glasgow 2020: Prometedores resultados de un programa para reducir los trastornos del sueño en personas con el VIH

Jordi Piqué
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Un estudio británico ha revelado que identificar el problema y abordarlo en la consulta ayudarían a esta población a dormir mejor

Un estudio británico presentado en el Congreso Internacional sobre Terapia Farmacológica del VIH, celebrado tradicionalmente en la ciudad escocesa de Glasgow (Reino Unido) –pero de forma virtual el presente año por causa de la pandemia de la COVID-19 (acrónimo en inglés de enfermedad por coronavirus 2019)–, ha hallado que un cuestionario sobre la calidad del sueño en personas con el VIH, validado en otras áreas relativas a esta enfermedad, resultaría fiable, sencillo y práctico para analizar las alteraciones del sueño que puede sufrir esta población. Asimismo, ha evidenciado que proporcionar información sobre higiene del sueño y cambiar el régimen antirretroviral en caso necesario podrían mejorar significativamente la calidad del sueño en personas con el VIH, incluidas las que padecen problemas de salud mental.

A pesar de la gran efectividad del tratamiento antirretroviral –que permite suprimir la carga viral y recuperar o preservar el sistema inmunitario–, muchas personas con el VIH desarrollan problemas y trastornos que deterioran su calidad de vida y que, con frecuencia, pasan desapercibidos en la práctica clínica habitual (véase La Noticia del Día 08/10/2020). Se estima, por ejemplo, que las alteraciones del sueño afectan a un 60-70% de de las personas con el VIH. Dado el impacto que pueden tener estos trastornos en su calidad de vida y en los resultados en salud, resulta fundamental poder identificarlos en la consulta para poder evaluarlos y manejarlos de la forma más apropiada.

Con el fin de arrojar un poco más de luz sobre esta cuestión, un equipo de investigadores de la Clínica de Salud Sexual Salford Shine en el área de Manchester (Reino Unido) realizó un estudio en el que seleccionó a personas con el VIH con trastornos del sueño. El objetivo era evaluar el uso de una herramienta conocida y validada como es el Índice de Calidad del Sueño de Pittsburgh (PSQI, en sus siglas en inglés) en estas personas y, dependiendo de la puntuación obtenida, proporcionarles unos recursos para mejorar su calidad de sueño.

El PSQI consiste en un cuestionario de autocumplimentación que evalúa la calidad del sueño en un intervalo de un mes mediante 19 preguntas de autoevaluación y 5 adicionales para un posible compañero de cama o habitación. Se centra en los hábitos del sueño de los participantes (horas de sueño real durante la noche) y luego se abordan componentes más específicos de la calidad del sueño. Se pide a los pacientes que valoren la calidad de su sueño en general; cuánto tiempo les lleva normalmente dormirse cada noche; cuántas horas de sueño tienen cada noche; el número de horas que han dormido o pasado en la cama; si sufren trastornos del sueño (problemas para dormir debido a la ansiedad, el dolor, las pesadillas, la digestión difícil, etc.); si emplean medicamentos para dormir; si presentan algún tipo de disfunción diurna (debido a problemas de sueño). Una puntuación total de seis o más (de un máximo de 21) indica una alteración significativa del sueño.

En el estudio se seleccionó a 40 pacientes que acudieron a la clínica de Salud Sexual Salford Shine a hacerse el análisis de sangre rutinario del VIH para que realizaran el cuestionario PSQI.

En el momento de entrar en el estudio, los participantes estaban tomando tratamiento antirretroviral y tenían la carga viral indetectable, presentando el 81% un recuento de CD4 superior a 500 células/mm3, siendo el recuento medio de 971 células/mm3. En cuanto al nivel de la carga viral, era inferior a 200 copias/mL en el 92% de los participantes e inferior a 50 copias/mL en el 84%.

La media general en la puntuación del cuestionario PSQI fue de 12 entre los participantes, lo que se considera una alteración moderadamente grave del sueño.

Sobre un total de 37 pacientes (92,5%) con una alta puntuación global en el cuestionario (≥6) se realizó una doble intervención: se les dio un folleto sobre higiene del sueño donde se describen hábitos saludables que ayudan a dormir, como no usar pantallas por lo menos una hora antes de acostarse; no tomar cafeína después de las 3 de la tarde; crear una rutina una hora antes de dormir con actividades recomendadas (ducha, hacer crucigramas, planchar, etc.); usar técnicas de relajación antes de acostarse; y evitar los alimentos grasos por la noche. Luego, se les ofreció la posibilidad de un cambio en su medicación antirretroviral si se consideraba que su régimen actual agravaba su patrón del sueño. El PSQI se repitió al menos un mes después de cualquiera de las dos intervenciones ofrecidas.

Antes de someterse a la intervención, el 67,5% de los participantes tomaban un régimen antirretroviral basado en inhibidores de la integrasa, siendo usado dolutegravir en el 68% de los casos. El 30% de los participantes tomaron inhibidores de la transcriptasa inversa no análogos de nucleósido (ITINN). No hubo diferencia en la puntuación de PSQI entre los pacientes que tomaban inhibidores de la integrasa y los que tomaban ITINN. Sin embargo, se encontró que dolutegravir estaba significativamente asociado con mayores alteraciones del sueño que otros inhibidores de la integrasa (PSQI: 12,6 frente 9,8) (véase La Noticia del Día del 11/10/2016). En total, 15 pacientes (41%) aceptaron cambiar a un régimen antirretroviral alternativo para intentar mejorar su higiene del sueño.

Los participantes de 40-50 años de edad tenían mayores trastornos del sueño que los de más edad, aunque esta diferencia no se mostró estadísticamente significativa. En cuanto a la media de la puntuación del PSQI, no se encontró ninguna diferencia asociada al género, el origen étnico o el tiempo que llevaban los pacientes diagnosticados del VIH.

Los problemas de salud mental pasados o actuales (que afectan al 60% de los pacientes, con una media en el PSQI de 13,45) y la toma de antidepresivos/antipsicóticos (46%; PSQI: 14,82) se asociaron de manera destacada con los trastornos del sueño. En los pacientes que no se enfrentaban a esos problemas, el PSQI era de 9,6 y 10,45, respectivamente. El trastorno del sueño también fue mayor en los pacientes con una infección de transmisión sexual reciente (PSQI: 13,5 frente a 12 en los que no la tenían), así como en los pacientes que habían consumido drogas recreativas (PSQI: 13,6 frente a 11,8). Sin embargo, estas diferencias no fueron estadísticamente significativas.

La entrega del folleto y el cambio de régimen antirretroviral dirigidos al total de 37 participantes redujeron la media de PSQI en un 31% (p <0,01). Entre los 22 participantes que recibieron solo el folleto del sueño, la reducción media del PSQI no fue estadísticamente significativa (18%). Pero en los 15 pacientes que cambiaron sus regímenes antirretrovirales, la alteración del sueño se redujo en un 52% (p < 0,01). Los resultados fueron similares en los 22 pacientes con problemas de salud mental o que tomaban antidepresivos y/o antipsicóticos.

Los investigadores concluyen señalando la idoneidad del cuestionario PSQI para evaluar las alteraciones del sueño en personas con el VIH y la eficacia de sus intervenciones, por lo que recomiendan una evaluación rutinaria más amplia de las alteraciones del sueño en las personas con el VIH. También destacan que todo ello está en la línea del ‘cuarto 90’ de ONUSIDA y la Organización Mundial de la Salud, es decir que el 90% de las personas con carga viral suprimida mejoren su calidad de vida relacionada con la salud.

Fuente: Aidsmap / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Goorney B et al. Utility of Pittsburgh Sleep Quality Index (PSQI) in people living with HIV (PLWH) for assessment and monitoring of sleep disturbance in a community HIV clinic. HIV Glasgow 2020, abstract P082.

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