El chemsex triplicaría la probabilidad de que los hombres gais con el VIH se sientan muy poco satisfechos con su vida sexual

Jordi Piqué
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Además, los hombres GBHSH con el VIH con conductas de chemex también serían más propensos a saltarse dosis de su medicación antirretroviral

Un estudio, cuyos resultados se han publicado en la revista HIV Medicine, ha revelado que los hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (GBHSH) con el VIH que practican chemsex tuvieron tres veces más probabilidades de comunicar una gran insatisfacción con su vida sexual que los hombres GBHSH con el VIH que no consumen sustancia en sus relaciones sexuales. Además, aquellos con el VIH fueron más proclives a informar de que se saltaban dosis de su medicación antirretroviral, y rara vez, pero de modo sistemático, comunicaban problemas graves asociados al chemsex, como no haber dado su consentimiento plenamente para mantener relaciones sexuales y haber tenido sobredosis de drogas.

Estudios previos apuntan a que las conductas de chemsex son más prevalentes en hombres GBHSH con el VIH que en los seronegativos de características similares. Sin embargo, poco se sabe del impacto que tiene el chemsex en el bienestar general de los hombres GBHSH con el VIH y del alcance de las necesidades médicas y psicosociales no cubiertas en esta población. Para arrojar un poco más de luz sobre esta cuestión, un equipo de investigadores europeos realizó un estudio transversal y multicéntrico, en forma de cuestionario, a hombres GBHSH con el VIH que acudieron a clínicas de VIH en Reino Unido, España, Italia y Grecia entre abril de 2018 y mayo de 2019. Se les pidió que respondieran un cuestionario de 36 preguntas sobre atención del VIH, conducta sexual, uso de drogas recreativas y chemsex. El tamaño de muestra del estudio fue de 500 hombres GBHSH con el VIH en cada país, lo que permitió estimar la prevalencia del uso de chemsex autodeclarado con un nivel razonable.

El objetivo principal del estudio era evaluar la prevalencia de uso de drogas autodeclarado y de chemsex entre los participantes atendidos en las clínicas de VIH de los cuatro países. Los objetivos secundarios eran determinar la prevalencia de conductas sexuales de riesgo autodeclaradas y los diagnósticos de ITS en el año anterior, analizar los efectos del chemsex tal y como se perciben subjetiva y objetivamente, y evaluar la aceptabilidad de los servicios de atención relacionados con el chemsex.

El criterio para entrar en el estudio fue la autodeclaración como hombres GBHSH adultos (de 18 años o más de edad) que acudían a la atención ambulatoria del VIH y que pudieran dar su consentimiento informado. A todos los participantes se les pidió que informaran sobre edad, sexo y si habían nacido en el país en el que rellenaban el cuestionario. En relación con su infección por el VIH, se preguntó a todos si estaban en tratamiento antirretroviral y, en caso afirmativo, el resultado de su última carga viral del VIH y cuántas dosis de medicación antirretroviral se habían saltado en las últimas dos semanas.

En total, 1.589 personas con el VIH respondieron al cuestionario. El Reino Unido fue el país que más respondió (512) e Italia el que menos (159). La edad media de los participantes fue de 38 años, el 1% se identificó como trans y el resto como hombres GBHSH cis. Casi todos los participantes (96%) estaban tomando tratamiento antirretroviral. El 84% declararon tener una carga viral indetectable. Tres de cada cuatro participantes indicaron que no habían omitido ninguna dosis de antirretrovirales en las últimas dos semanas, mientras que el 17% comunicaron haber omitido una o dos dosis. Veintiún participantes dijeron que habían omitido siete o más dosis en las últimas dos semanas. Casi uno de cada tres participantes (29%) declaró haber padecido una ITS bacteriana en el último año, y uno de cada 10 había tenido alguna vez hepatitis C.

Cuando se les preguntó si estaban satisfechos con su vida sexual, la mayoría de participantes señalaron estar muy satisfechos (24%) o bastante satisfechos (40%). Solamente el 6% de ellos indicaron estar bastante descontentos con su vida sexual, y el 3%, muy descontentos. Los participantes comunicaron tener vidas sexuales activas. Así, uno de cada cuatro participantes indicó haber tenido una pareja sexual en el último año, el 17% declaró tener dos o tres parejas, el 13% cuatro o cinco parejas, el 12% entre seis y diez parejas, el 6% entre 16 y 20 parejas y el 14% 21 o más parejas. Además, el 13% señaló haber practicado fisting o haberlo recibido de una pareja en el último año.

En cuanto al consumo de drogas, el 45% de los participantes afirmaron haber consumido drogas de forma recreativa. Más de la mitad de ellos dijo haber consumido marihuana con mayor frecuencia, seguida de cocaína (43%). Los entrevistados también consumieron drogas habituales en el contexto del chemsex, como GHB/GBL (35%), metanfetamina (34%), éxtasis (28%) y ketamina (17%). La droga preferida en las sesiones de sexo fue GHB/GBL, seguida de cocaína, mefedrona y ketamina. Por ello, no debería sorprender que uno de cada cuatro participantes declarara haber practicado chemsex durante los últimos 12 meses, y que uno de cada 15 (6,5%) indicara haber practicado slamming, es decir, la administración de drogas por vía intravenosa en las prácticas de slamsex. La metanfetamina fue la droga más utilizada para este tipo de relación sexual.

Reino Unido fue el país con mayor número de participantes que declararon haber practicado chemsex (44% de los encuestados). Así, los residentes en el país británico tenían ocho veces más probabilidades de practicar chemsex que los habitantes en Italia y el doble que los de Grecia. El slamming fue más frecuente en el Reino Unido (13,3% de los encuestados) y poco habitual en Grecia (4,7%), España (2,9%) e Italia (1,3%). Cabe destacar que todas las tasas de daños eran más probables en los usuarios de slamsex que en los que practicaban chemsex sin inyección de drogas. En particular, el 18% de los que declararon practicar slamming habían acudido a la atención médica de urgencia en relación con su consumo de drogas en los 12 meses anteriores, en comparación con el 3% de los participantes que indicaron practicar chemsex pero que no se inyectaban drogas. Las pocas personas con experiencia trans que participaron en el estudio tenían la misma probabilidad de practicar chemsex que sus compañeros cisgénero.

Las personas que habían tenido una ITS en el último año tuvieron más del doble de probabilidades de haber practicado chemsex; las personas que tuvieron 11 o más parejas en un año tuvieron 11 veces más probabilidades de haber mantenido conductas de chemsex; y las personas que habían hecho fisting el año anterior a la encuesta tuvieron casi 5 veces más probabilidades de practicarlo. Los hombres GBHSH con el VIH con prácticas de chemsex también tuvieron un 70% más de probabilidades de haber sido diagnosticadas de hepatitis C.

Un 41% de los participantes comunicaron haber tenido problemas no deseados asociados al chemsex. El 21,2% de los hombres que practicaron chemSex declararon haber experimentado síntomas de abstinencia de drogas y un porcentaje preocupante señaló haber sufrido una sobredosis (7,3%) y haber mantenido relaciones sexuales no consentidas (6%).

Por otra parte, el 6% de participantes indicaron haber sufrido lesiones durante la inyección de drogas y el 7% acudieron a un servicio de urgencias como consecuencia del consumo de drogas en las sesiones de chemsex. Alrededor de una cuarta parte de los participantes declararon que el uso de drogas en sesiones de sexo repercutió de forma negativa en su trabajo, vida social y familiar y en sus relaciones afectivas. El 28% indicaron que había perjudicado sus relaciones íntimas. Un 15% buscó ayuda profesional por su consumo de chemsex. Las personas que usaban drogas en sesiones de sexo eran también tres veces más propensas a declarar que estaban muy descontentas con su vida sexual y 2,5 veces más proclives a saltarse dosis de su medicación antirretroviral.

Como conclusión, los investigadores señalaron que los daños experimentados durante las sesiones de chemsex fueron muy similares en los cuatro países, a pesar de los diferentes patrones de drogas utilizadas, lo que sugiere que, independientemente de la prevalencia declarada de chemsex, las necesidades y las repercusiones son similares. Por otra parte, los hallazgos del estudio indican la especial importancia de promover la salud sexual y abordar las necesidades psicológicas de los hombres GBHSH con el VIH que practican chemsex, prestando especial atención a los que consumen drogas por vía intravenosa.

Fuente: POZ / Elaboración propia (gTt-VIH).

Referencia: Whitlock GG, Protopapas K, Bernardino JI, Imaz A, Curran A, Stingone C, et al Chems4EU: chemsex use and its impacts across four European countries in HIV-positive men who have sex with men attending HIV services. HIV Medicine 25 August 2021 https://doi.org/10.1111/hiv.13160

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