La falta de una vivienda estable se asocia con peores resultados en salud en las mujeres con el VIH de EE UU

Marta Villar
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La ausencia de residencia fija también afecta negativamente al uso de recursos médicos y a la continuidad de la atención médica

No tener una vivienda fija se asocia con un mayor riesgo de tener la carga viral detectable y un bajo recuento de células CD4 en mujeres con el VIH. Las mujeres con el VIH que nos disponen de vivienda estable tienen aproximadamente un 50% más de probabilidades de responder peor al tratamiento antirretroviral que las mujeres con residencia fija. Éstos son los principales resultados de un estudio estadounidense publicados recientemente en la revista Social Science & Medicine.

Entender el impacto de los factores socioeconómicos, incluyendo la vivienda (o la falta de ella) en la salud es una prioridad para la investigación. Estudios anteriores han demostrado que las personas con el VIH tienen un mayor riesgo de no tener una vivienda fija. Sin embargo, el impacto que la falta de una residencia tiene en los biomarcadores del VIH como la carga viral o el recuento de células CD4 no está claro del todo.

Un equipo de investigadores de EE UU quiso determinar a través de un estudio la relación entre tener una vivienda inestable, una carga viral detectable (superior a 200 copias/mL) y un bajo recuento de células CD4 (inferior a 350 células/mm3). Para ello contaron con los datos del Estudio Interagencias sobre VIH en Mujeres (WIHS, en sus siglas en inglés) y del programa federal de Oportunidades de Vivienda para las Personas con el Sida (HOPWA, por sus siglas en inglés) que proporciona vivienda y servicios de apoyo (como tratamiento para el abuso de sustancias, orientación laboral y asistencia para la vida diaria) a las personas con el VIH que tienen ingresos bajos.

El análisis contó con los datos de 3.082 mujeres incluidas en WIHS que habían recibido atención médica entre 1995 y 2015 en lugares de Estados Unidos como el Bronx, Brooklyn, Chicago, Washington D.C, Los Ángeles y San Francisco. En el estudio, tener una vivienda inestable se definió como el hecho de vivir en los últimos 12 meses en la calle, en la playa, en un centro de acogida, albergue de asistencia social, en una cárcel o centro penitenciario; o en un centro de reinserción social.

Aproximadamente un tercio de las participantes tenía estudios secundarios, el 57% eran de origen afroamericano y el 23% hispano, el 33% estaban casadas o vivían en pareja, el 30% había utilizado en alguna ocasión drogas por vía intravenosa y tres cuartas partes utilizaban drogas recreativas.

Durante el estudio se estimó la disponibilidad de recursos para hacer frente a la inestabilidad de la vivienda entre las participantes utilizando la asignación de fondos del programa HOPWA. Para cada lugar y año los investigadores calcularon el financiamiento de HOPWA por cada 1.000 personas recién diagnosticadas. Entre los diferentes sitios que tuvo lugar el estudio se observó una considerable variabilidad de financiación.

Posteriormente, teniendo en cuenta estas asignaciones económicas, los investigadores examinaron el impacto de la vivienda inestable en la carga viral y el recuento de células CD4, los dos biomarcadores clave del tratamiento antirretroviral.

En total, las participantes del estudio asistieron a un total de 57.323 visitas de seguimiento en las que se registraron viviendas inestables en un 4,8% de estas visitas. En el 48% y el 56% de las visitas se observaron valores de carga viral suprimida y un recuento de células CD4 superior a 350 células/mm3, respectivamente.

La probabilidad de tener una vivienda inestable disminuyó con el aumento de financiación de HOPWA. Por otro lado, asignaciones económicas más bajas se asociaron fuertemente con una mayor probabilidad de viviendas inestables, relación que se mantuvo sólida tras tener en cuenta factores de confusión como la edad, educación, la educación, tener una relación de pareja o no y el uso de drogas.

Los cálculos de los investigadores mostraron que las viviendas inestables tenían un impacto negativo sobre la salud, disminuyendo en un 8% tanto la probabilidad de tener una carga viral indetectable como de tener un recuento adecuado de células CD4. Al introducir las asignaciones económicas de HOPWA como la variable clave, no tener una residencia fija redujo la probabilidad de tener una carga viral suprimida en un 51% y la probabilidad de tener un recuento de células CD4 por encima de 350 células/mm3 en un 53%.

Asimismo, se observó que la vivienda inestable también afecta negativamente al uso de recursos sanitarios y en la continuidad de la atención médica. La falta de una residencia fija se asoció con un 25% menos de uso de servicios de counselling y de salud mental, con un 37% menos del uso de cualquier servicio de atención sanitaria y con una reducción de 76% de ser visitado por el mismo profesional sanitario.

Los resultados del presente estudio ponen de manifiesto el alto impacto negativo que tiene una residencia inestable sobre la salud de las personas con el VIH. Estos hallazgos sugieren que los esfuerzos deben ir dirigidos a hacer más asequible el acceso a la vivienda a las poblaciones con bajos recursos económicos. En el caso de las personas con el VIH de bajos recursos no solamente aporta los beneficios propios de tener una vivienda estable sino también puede mejorar los biomarcadores relacionados con el VIH.

Fuente: Aidsmap / Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia: Galárraga O et al. The effect of unstable housing on HIV treatment biomarkers: an instrumental variables approach. Social Science & Medicine. https://doi.org/10.1016/j.socscimed.2018.07.051

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