Aumentos de transaminasas y lípidos relacionados con el uso de esteroides

Marion Zibelli
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Estas complicaciones podrían confundirse con las que se asocian a TARGA

El uso de algunos esteroides anabolizantes como la nandrolona o la testosterona es una estrategia que ha mostrado su eficacia en estudios clínicos para la recuperación de la masa magra en personas con VIH. Para este uso terapéutico se recomienda generalmente tomar este tipo de sustancias a dosis bajas, durante un periodo limitado y bajo control médico.

No obstante, el uso prolongado de altas dosis de esteroides como complementos del ejercicio físico para aumentar la masa muscular de forma significativa también se ha observado en personas con VIH. Cuando ocurre se suele hacer sin el conocimiento del médico dado que este uso y la obtención de algunos de estos productos no es legal.

Utilizados en estas condiciones los esteroides pueden causar cambios en el humor, alucinaciones y paranoia, tensión alta, un incremento del riesgo de padecer una enfermedad cardiaca, un infarto y algunos tipos de cáncer, así como depresión y conducta agresiva (véase La Noticia del Día 02/03/2006). Asimismo, existe un riesgo de experimentar complicaciones hepáticas (elevación de las transaminasas) y aumento de lípidos, o dislipidemia.

Las complicaciones hepáticas son efectos secundarios comunes de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) y las dislipemias se han relacionado tanto con TARGA como con el propio VIH. Por ello, es necesario saber más sobre la posible aparición de estas complicaciones en personas que toman esteroides, pues atribuirlo a la terapia antirretroviral de forma equivocada puede llevar a cambios o interrupciones de tratamiento innecesarios.

Dos investigadores de la Unidad de Medicina de la Universidad de California de San Diego, en EE UU, afirman haber identificado a dos hombres que experimentaron elevaciones de los niveles de transaminasas y de lipoproteínas de baja densidad mientras tomaban esteroides anabolizantes andrógenos (AAS, en sus siglas en inglés).

La primera persona era un hombre homosexual de 43 años, con un número de CD4 de 813 células/mm3 y una carga viral por debajo de 75 copias/ml, que desde octubre de 2002 estaba recibiendo un régimen compuesto de 400mg del inhibidor de la proteasa (IP) lopinavir potenciado con 100mg del IP ritonavir (Kaletra®) dos veces diarias además de los análogos de nucleósido abacavir (300mg dos veces diarias), 3TC (150mg dos veces diarias), y AZT (300mg dos veces diarias) y el análogo de nucleótido tenofovir (300mg diarios). Esta persona había tenido rinitis alérgica e insomnio y recibió fexofenadina, fluticasona para inhalación y zolpidem. Empezó a utilizar anabolizantes en octubre de 2004: 30mg diarios de oxandrolona, con 400mg de cipionato de testosterona por vía intramuscular cada 5 días y 400mg de undecilenato de boldenona cada 5 días. En noviembre de 2004 interrumpió la oxandrolona y cambió la testosterona por 200mg de acetato de trenbolona por vía intramuscular cada 5 días. Interrumpió la toma de los AAS en enero de 2005.

La segunda persona era también un hombre homosexual, de 43 años, con 539 CD4 por mm3 y 116 copias/ml de carga viral. Esta persona no recibía TARGA, y había experimentado hipertensión, hipogonadismo, rinitis alérgica y diverticulitis para lo que había recibido 100mg por semana de mometasona y de cipionato de testosterona por vía intramuscular. Inició la toma de anabolizantes en julio de 2004 siguiendo la prescripción de su médico, y adicionalmente empezó la toma diaria de varios productos (pastillas y jarabes) para el desarrollo muscular basados en altas dosis de testosterona y preparaciones liposomales, entre otros. Interrumpió la toma de cualquier anabolizante en septiembre de 2004.

En ambos casos, los valores de ALT y AST (transaminasas) y los niveles de lipoproteínas de baja densidad (LDL, en sus siglas en inglés) o colesterol ‘malo’, aumentaron de forma significativa (dos veces o más) durante la toma de los anabolizantes y volvieron a bajar una vez interrumpida. Las lipoproteínas de alta densidad (HDL, en sus siglas en inglés) o colesterol ‘bueno’ se mantuvieron a niveles estables.

En el segundo caso en particular los valores de ALT pasaron de 28 UI/l a 216 UI/l de junio a septiembre de 2004. Su riesgo de desarrollar una enfermedad coronaria importante en 10 años aumentó del 1 al 10% durante la toma de esteroides, según un cálculo basado en el sistema de evaluación de Framingham.

Este riesgo pasó del 3 al 13% en el caso de la primera persona y ésta desarrolló también hipertensión.

Según los investigadores, estos dos casos no son aislados y se había observado aumentos de lípidos y de transaminasas en usuarios de anabolizantes. Los datos sobre el uso de anabolizantes en los hombres homosexuales son reducidos, pero el único estudio disponible llevado a cabo en EE UU muestra que la prevalencia del uso de anabolizantes en esta población sería del 31,7% (aunque el estudio no diferenció entre uso terapéutico y uso sin prescripción). En otro estudio se revelaba que solamente el 44% de las personas que usan anabolizantes informan de ello a su médico.

Estas observaciones resaltan la importancia de informar al médico de todas las sustancias que se toman conjuntamente al tratamiento antirretroviral, incluidos los esteroides anabolizantes, aunque éstos se hayan obtenido fuera de la consulta. Esto permitirá evitar confusiones y relacionar con TARGA algunos efectos que podrían estar causados por otras sustancias.

Fuente: www.natap.org / Elaboración propia
Referencia: Clinical Infectious Diseases July 1, 2006;42:151-152

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