El consumo de cocaína deterioraría la función de los riñones en personas coinfectadas por VIH y hepatitis C

Jordi Piqué
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El alcohol y otras sustancias tales como los opioides también tendrían un papel en dicha toxicidad

La cohorte de coinfección canadiense es un estudio observacional que monitoriza la salud de las personas coinfectadas por el VIH y el virus de la hepatitis C (VHC). Los investigadores del presente estudio utilizaron datos recopilados de dicha cohorte entre enero de 2003 y diciembre de 2016. Los hallazgos del estudio revelan que el consumo de cocaína y otras sustancias (alcohol, opioides, etc.) tras la cura del VHC ocasiona un empeoramiento de la salud renal de los pacientes.

La coinfección por el VHC se produce entre algunas personas que viven con el VIH debido a que ambos virus comparten las vías de infección. El virus de la hepatitis C infecta el hígado y, en muchos casos, causa infección crónica e inflamación dentro de este órgano. Asimismo, infecta algunas células del sistema inmunitario. Con el tiempo, el tejido hepático saludable es reemplazado de forma gradual por tejido cicatricial inútil en un proceso denominado fibrosis. A medida que el hígado cicatriza, se vuelve cada vez más disfuncional.

En la actualidad, la terapia antiviral frente al VHC (véase La Noticia del Día 24-01-2018) consiste en la toma de pastillas o tabletas en general todos los días entre 8 y 12 semanas. Este tratamiento es altamente efectivo, con tasas de curación en ensayos clínicos que alcanzan un 95% o más.

La salud de los riñones tiende a degradarse también en las personas que presentan coinfección por el VIH y el VHC. Los investigadores de la cohorte de coinfección canadiense buscaron analizar los cambios en la salud renal entre personas con el VIH que lograron curarse de la infección por el VHC. Se esperaba que tras la cura del VHC la salud de los riñones se estabilizara, lo que sucedió en algunas personas. Sin embargo, en las personas que consumían cocaína después de haber curado el VHC se observó cómo la salud de sus riñones disminuía a un ritmo relativamente rápido.

Para el presente estudio, los investigadores se centraron en los datos de 384 personas coinfectadas por el VIH y el VHC que empezaron la terapia contra el VHC y que se curaron. Se compararon los datos de las personas curadas con los datos de 768 personas que no se curaron del VHC (del mismo estudio) y que tenían características demográficamente similares. La información sobre consumo de drogas fue comunicada por los propios pacientes durante unas entrevistas o en cuestionarios.

El perfil promedio de los participantes al inscribirse en el estudio fue el siguiente: edad entre los 45 y los 55 años; 22% de mujeres y 78% de hombres; un 12% consumía cocaína por vía intravenosa y un 18% por vía inhalada; un 12% tomaba opioides por vía intravenosa y un 17% lo hacía por otros medios; un 18% tenía un consumo elevado de alcohol.

Por otra parte, los participantes presentaron una mediana del recuento de CD4+ de 530 células/mm3, el 9% registraron cargas virales detectables, el 29% tenían un diagnóstico previo de sida, el 56% tomaban en la actualidad el antirretroviral tenofovir disoproxil fumarato (TDF, Viread®, con toxicidad renal conocida), hacía una mediana de 21 años que estaban infectados por el VIH, el 15% tenían hipertensión arterial, el 7% presentaban diabetes y todos los participantes tenían una tasa de filtración glomerular estimada (TFGe) de 91 mL/min (en una persona sana la TFGe es generalmente mayor de 90 mL/min).

Después de que los participantes se curaron del VHC, los investigadores encontraron que los niveles de TFGe disminuyeron con mayor rapidez entre las personas que consumieron cocaína por vía intravenosa. De continuar con esta tendencia , los investigadores esperan que al cabo de cinco años los niveles de TFGe sean de 76 mL/min en consumidores de cocaína intravenosa y de 86 mL/min en personas que no consumen drogas recreativas .

Cabe recordar que al comienzo del estudio todos los participantes tenían una TFGe dentro del rango de la normalidad (un valor de 90 mL/min o más). Un valor de 76 sitúa a los pacientes en una etapa 2 de enfermedad renal (de “pérdida leve de la función renal”, etapa 2 de las 5 establecidas para la TFGe por la Fundación Nacional Renal estadounidense). Sin embargo, como la disminución de la TFGe que acompaña el consumo de cocaína por vía intravenosa es bastante constante, al menos en el presente estudio, el uso continuado de cocaína puede hacer que el nivel de TFGe de los riñones disminuya todavía más.

Los hallazgos de este estudio son similares a los obtenidos en estudios recientes con personas coinfectadas por el VIH y VHC en Italia y Suiza. El equipo de investigadores indicó que el VHC constituye un importante factor de riesgo de sufrir problemas metabólicos, cardiovasculares, renales y neurológicos. Es probable que una combinación de factores concomitantes desempeñe también un papel en el desarrollo de estos problemas, incluida la inflamación crónica y la activación inmunológica del sistema inmunitario.

Los autores señalan que existen otros factores, no directamente relacionados con el VHC, que es probable que favorezcan la aparición de problemas renales, como el consumo de drogas y alcohol, la mala nutrición y los problemas relacionados con el VIH. Los investigadores añaden, por otra parte, que ciertas dolencias coexistentes que se encuentran en algunas personas coinfectadas (enfermedad cardiovascular y enfermedad renal crónica) pueden no necesariamente mejorar cuando el VHC se cura.

Hay que tener en cuenta que en este estudio los participantes tenían coinfección por el VIH y VHC desde hacía alrededor de dos décadas y que presentaban niveles normales de TFGe al inscribirse en el ensayo, lo que sugiere que la infección por el VHC no tuvo una contribución importante en la lesión renal. Los investigadores observaron que la cura de la hepatitis C puede tener un impacto más positivo en la salud renal de ciertas poblaciones, como algunas personas de ascendencia africana con ciertos genes, personas con cicatrización extensa del hígado (cirrosis) o personas con diabetes. Sin embargo, encontraron que no había un número suficiente de estas personas en su estudio, por lo que no se pueden extraer conclusiones firmes sobre el impacto de la curación del VHC en ellas.

La cocaína aumenta temporalmente la presión sanguínea y la frecuencia cardíaca y estrecha los vasos sanguíneos, lo que hace que haya un aumento de la necesidad de oxígeno del corazón al tiempo que se reduce el oxígeno disponible. Esto puede causar dolor en el pecho. Además, los investigadores han descubierto que el riesgo de ataque al corazón aumenta significativamente en la primera hora después de la exposición a la cocaína. A medida que los riñones filtran la sangre ellos mismos son ricos en vasos sanguíneos, por lo que el uso de cocaína tiene el potencial de dañar los riñones.

Por otra parte, la cocaína también puede lesionar las células musculares, y los músculos del tórax que se lesionan pueden ser la causa de los dolores en el pecho que los usuarios de esta droga pueden experimentar. Además, el corazón es una gran bomba muscular y el impacto de la cocaína en este tejido puede explicar en parte su efecto cardiotóxico en algunos consumidores de esta droga. La cocaína, asimismo, puede causar un ritmo cardíaco anormal y también se asocia con un mayor riesgo de accidente cerebrovascular. Es preciso, por otra parte, tener en cuenta que la cocaína se diluye o “corta” con otras sustancias (adulterantes). Estas sustancias pueden variar con el tiempo, de una ciudad a otra y de un proveedor a otro.

Para comprender mejor cómo daña la cocaína a los riñones, los investigadores han probado la cocaína purificada en experimentos de laboratorio con células de riñón humano. Evidenciaron que incluso concentraciones relativamente bajas de cocaína pueden provocar la muerte de las células renales. Por lo tanto, la cocaína es directamente tóxica para los riñones. De vez en cuando, además, las autoridades han encontrado lotes de cocaína cortados con el medicamento veterinario levamisol. Este fármaco también puede causar daño renal. Por lo tanto, es posible que las personas que consumen cocaína adulterada con levamisol corran un mayor riesgo de sufrir una lesión en los riñones.

La cura del VHC puede suponer grandes beneficios tales como una mejora en la calidad de vida, una disminución del riesgo de complicaciones asociadas al hígado, un mejor control de la prediabetes o diabetes y mejores oportunidades de supervivencia. Los investigadores alientan a los médicos y enfermeras que atienden a los pacientes curados del VHC con una TFGe en declive a que se investigue la causa de la disminución de la función renal. En los casos en que la lesión de los riñones pueda deberse el consumo de cocaína, se insta a que los médicos deriven a estas personas a otros profesionales sociosanitarios que puedan ofrecerles apoyo.

Fuente : Catie / Elaboración propia (gTt-VIH).

Referencias: Rossi C, Saeed S, Cox J, et al. Hepatitis C virus cure does not impact kidney function decline in HIV co-infected patients. AIDS. 2018 Mar 27;32(6):751-759.

Pendergraft WF 3rd, Herlitz LC, Thornley-Brown D, et al. Nephrotoxic effects of common and emerging drugs of abuse. Clinical Journal of the American Society of Nephrology. 2014 Nov 7;9(11):1996-2005.

Ammar AT, Livak M, Witsil JC. Old drug new trick: levamisole-adulterated cocaine causing acute kidney injury. American Journal of Emergency Medicine. 2015 Feb;33(2):309.e3-4.

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