IAS 2013: Un metaanálisis no detecta cambios en los comportamientos de riesgo de las personas que toman terapia antirretroviral

Miguel Vázquez
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Aunque el análisis no permite establecer una relación causa-efecto, sí parece apuntar a que el aumento del uso del tratamiento no traerá consigo un aumento de las conductas arriesgadas

Numerosos estudios han demostrado que el tratamiento antirretroviral (TARV) no solo es eficaz para mantener bajo control la infección por VIH de la persona que lo toma (y, por lo tanto, para preservar su salud), sino que también proporciona un beneficio adicional al reducir el riesgo de que el virus se transmita a otras personas. Sin embargo, una de las grandes preocupaciones presentes en el debate relativo a la estrategia de tratamiento como prevención es que puede hacer que las personas con VIH abandonen el empleo de preservativos y otras medidas preventivas al sentirse confiadas por la protección que proporciona el tratamiento. En este sentido, un metaanálisis presentado en la VII Conferencia de la Sociedad Internacional del Sida sobre Patogénesis, Tratamiento y Prevención del VIH (IAS 2013) no ha detectado un aumento en las conductas de riesgo entre las personas que tomaban tratamiento antirretroviral.

No obstante, a la hora de considerar estos datos hay que tener en cuenta que los estudios analizados provenían de muy diversos entornos de todo el mundo y se habían realizado en cualquier momento posterior a la introducción de la terapia antirretroviral de gran actividad, pero muy pocos ofrecieron datos recientes y ningún estudio trató con una población con VIH a la que se le hubiera prescrito el tratamiento fundamentalmente por motivos preventivos.

El equipo de investigadores identificó todos los estudios que cumpliesen unos criterios predeterminados y agruparon los resultados publicados. En el metaanálisis se tuvieron en cuenta los estudios en que participasen personas adultas con VIH (algunas tomando terapia antirretroviral y otras no) que ofrecieran información sobre sexo sin protección, registrasen los diagnósticos de las infecciones de transmisión sexual o las prácticas no seguras de inyección de drogas.

Así, se identificaron 55 estudios que disponían de registros de las declaraciones de las personas acerca de sus relaciones sexuales sin protección o con un uso irregular del preservativo, que supusieron un total acumulado de más de 30.000 participantes. Estos datos acumulados evidenciaron que las personas que tomaban tratamiento fueron un 28% menos propensas a declarar que mantenían relaciones sexuales sin protección que las que no seguían tratamiento, aunque hubo una gran disparidad entre los datos procedentes de los distintos estudios.

Además, las personas que tomaban terapia fueron un 43% menos proclives a indicar que mantenían relaciones sexuales sin protección con una persona de estado serológico negativo o desconocido al VIH.

Se descubrió que 11 estudios (en los que en total participaban unas 16.000 personas) contaban con información sobre los diagnósticos de otras infecciones de transmisión sexual. De nuevo, los resultados apuntaron a que las personas que tomaban un tratamiento antirretroviral fueron un 42% menos propensas a adquirir una ITS, aunque este dato no fue estadísticamente significativo.

Los resultados de un estudio fueron muy divergentes y los autores creyeron justificado excluir dicho ensayo del análisis. Al hacerlo, la reducción del riesgo fue del 52% y esta vez sí que tuvo significación estadística.

Respecto a las prácticas de inyección no seguras, solo se identificaron cuatro estudios (con un total de 1.600 participantes) que detallaron si los participantes compartían o reutilizaban el material de inyección. El análisis a este grupo de personas desveló que las personas que tomaban tratamiento no mostraron ninguna diferencia significativa en cuanto a esta conducta de riesgo.

En sus conclusiones, los autores consideran que los menores niveles de comportamiento arriesgado declarados por las personas que recibían tratamiento deberían interpretarse con cautela, ya que los datos no permiten determinar una relación causal.

Pese a que es posible que los servicios de counselling y apoyo que se ofrecen desde los sistemas sanitarios o los recursos comunitarios ayudasen a las personas a limitar sus conductas de riesgo, es igualmente probable que la relación sea justo la contraria y que sean las personas con más estabilidad en sus vidas o que menos tendencia tienen a adoptar riesgos las que tengan más probabilidades de recibir tratamiento antirretroviral.

Con todo, consideran que los datos son alentadores y que revelan que no es probable que las estrategias para aumentar el uso de tratamiento tengan un efecto negativo sobre las conductas de riesgo.

Fuente: HIVandhepatitis.
Referencia: Doyle JS, Degenhardt L, Pedrana A, et al. Meta-analysis of effects of antiretroviral therapy use on sexual and injecting risk-taking behaviour. 7th International AIDS Society Conference on HIV Pathogenesis, Treatment and Prevention. Kuala Lumpur, June 30-July 3, 2013. Abstract WEPDB0105.

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