La prevención del VIH en entornos clínicos es viable y evidencia resultados

Michael Carter

La participación en un breve programa de formación aumenta la probabilidad de que el personal sanitario que atiende los casos de VIH debata con los pacientes el comportamiento de riesgo sexual dentro de los servicios de rutina, según revela una investigación realizada en EE UU publicada en la edición del 15 de diciembre de Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes.

Además, los pacientes de los profesionales sanitarios que recibieron dicha formación declararon una disminución significativa en el número de parejas sexuales.

"Una intervención breve para formar a los proveedores de salud relacionados con el VIH de modo que puedan identificar el riesgo y ofrecer un mensaje preventivo se tradujo en un aumento de las conversaciones sobre prevención y en una reducción en el comportamiento de riesgo de adquirir el virus por parte de los pacientes", comentan los investigadores.

Muchos pacientes con VIH mantienen relaciones sexuales sin protección con parejas que no tienen el virus o cuyo estado serológico se desconoce. Las visitas rutinarias para la atención clínica del VIH ofrecen una buena oportunidad para debatir sobre el comportamiento sexual de riesgo y proporcionar mensajes preventivos individualizados. No obstante, muchos médicos y otros profesionales sanitarios del VIH sienten que carecen de las habilidades para analizar con sus pacientes los comportamientos de riesgo.

En consecuencia, un equipo de investigadores del estudio HIV Intervention for Providers (HIP) diseñó una pequeña sesión de formación con objeto de que los profesionales sanitarios del VIH adquirieran las habilidades necesarias para hablar sobre sexo y reducción de comportamientos de riesgo durante las citas clínicas de rutina. Los autores también deseaban comprobar si estos debates conducían a una reducción en el comportamiento sexual de riesgo de los pacientes.

Entre 2004 y 2005, en el estudio se inscribieron un total de 44 profesionales médicos, procedentes de cuatro clínicas que ofrecen atención primaria a los pacientes con VIH.

Este personal atendía a una media de 13 pacientes y había estado trabajando en el ámbito del VIH durante un promedio de once años.

La mitad de estos profesionales recibió cuatro horas de formación sobre el modo de evaluar los comportamientos de riesgo en pacientes con VIH y cómo ofrecer mensajes de prevención sobre reducción de riesgos. Los otros 22 profesionales de salud actuaron como controles.

Para determinar la utilidad del curso de formación, en el ensayo se inscribió también un total de 386 pacientes que recibieron atención por parte del personal sanitario. Todos estos pacientes declararon haber practicado recientemente relaciones sexuales con penetración, sin usar protección, con una pareja seronegativa o cuyo estado serológico al VIH era desconocido.

Al inicio del estudio, la mayor parte de los pacientes (84%) declararon que habían hablado alguna vez sobre el comportamiento sexual con el personal sanitario y el 82% afirmó que dichas conversaciones habían tratado la reducción de riesgo. En general, los pacientes afirmaron mantener relaciones sexuales vaginales o anales sin protección que podrían implicar un riesgo de transmisión del VIH, y se calculó que tuvieron una media de 2,7 parejas en los seis meses anteriores al momento de entrar en el ensayo.

Se encontraron pruebas de que la formación resultó exitosa. Tras seis meses de seguimiento, los pacientes del personal sanitario que recibió la intervención de formación fueron alrededor de un 50% más propensos a informar de que habían debatido de forma reciente sobre temas de sexo seguro durante una cita clínica que las personas que recibieron atención en el brazo de control (cociente de probabilidades [CP]: 1.49; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,06 – 2,09).

Además, el personal al que se proporcionó la formación fue más proclive  a evaluar la actividad sexual de sus pacientes (CP: 1,60; IC95%: 1,05 – 2,45; p <0,03).

Estas conversaciones y valoraciones realizadas por el personal sanitario tuvieron cierto impacto sobre el comportamiento sexual de los pacientes. Se registró una disminución significativa en el número de parejas sexuales declaradas por los pacientes atendidos por los profesionales de la salud que participaron en el curso de formación (de 5 a 4; CP: 0,49; IC95%: 0,26 – 0,92; p <0,03). Por el contrario, aumentó el número de parejas sexuales que declararon los pacientes atendidos por el personal sanitario que participó en el grupo control (de 5 a 8).

Sin embargo, no se encontraron pruebas de que la intervención tuviera éxito en la reducción del comportamiento más relacionado con el riesgo de transmisión del VIH. Al final del estudio, los pacientes en los dos brazos del estudio fueron igual de propensos a informar de relaciones sexuales con penetración sin protección con una pareja sin VIH o de estado serológico desconocido. "Sigue siendo necesario abordar el riesgo en esta población de pacientes", escriben los autores.

De todos modos, estos concluyen: "En la intervención HIP, los profesionales sanitarios desempeñaron un papel de apoyo crucial en la reducción de riesgos"; y añaden: "Nuestro estudio muestra que incluso una intervención relativamente breve a nivel de profesional sanitario puede conseguir una reducción del riesgo potencial entre las personas en situación de alta probabilidad de transmisión del VIH”.

Referencia: Dawson Rose C, et al. HIV Intervention for Providers Study: A randomized controlled trial of a clinician-delivered HIV risk-reduction intervention for HIV-positive people. J Acquir Immune Defic Syndr. 2010; 55: 572-581.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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